Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Carambola de fantasía

MANUEL Chaves deja la presidencia de la Junta, pero la deja, como dicen los jugadores de billar, por una carambola de fantasía. La bola de la crisis de Gobierno ha echado del tapete, mientras nadie lo desmienta, a Solbes y a Magdalena Álvarez (ambos quemados hasta el tuétano: uno, por las llamas de una situación económica ingobernable y, la otra, por su ineptitud, también incorregible) y luego, en un rebote realmente imprevisto, ha despedido, primero a Chaves de la Junta y a continuación, impulsada por un efecto diabólico, lo ha vuelto a recuperar para una tercera vicepresidencia. Si además tenemos en cuenta que todo ha ocurrido en un domingo por la tarde (que es la estación en que todos descubrimos los abismos del aburrimiento) y, por añadidura, de Ramos, el resultado no puede ser más perturbador y sorprendente. Cuando el domingo al anochecer encendí el ordenador, después de una tarde de sol y compañía, tuve la impresión de que un vendaval sordo había deslavazado los despachos del PSOE mientras, a miles de kilómetros, en Praga, Zapatero escenificaba con Obama el retorno a la normalidad en las relaciones bilaterales con Estados Unidos.

Lo extraordinario es que mientras todo el país celebraba la crisis en diversos tonos y sentidos, el Gobierno, a la espera de la versión oficial que Zapatero dará previsiblemente hoy, aún no se da por enterado. Lo primero que uno piensa es "qué torpeza", pero después una voz te susurra que quizá no sea así, de torpeza nada, y que la filtración haya sido interesada, para preparar el terreno. Si damos créditos a ambas posibilidades, la verdad es que cuesta trabajo precisar qué pifia sería mayor, si el descontrol del Gobierno sobre su propia crisis o la elección del rumor como estrategia en unos tiempos, ay, demasiado dados a las murmuraciones.

En cualquier caso, los cambios son tan importantes que cuesta trabajo elegir uno y ceñirse a él sin caer en la tentación de aludir a los demás. Fíjense: el mero cese de Magdalena Álvarez en Fomento habría abierto las ediciones de los periódicos y los telediarios, pero así, a granel, parece incidental, anecdótico.

Otro síntoma de anormalidad: la derecha andaluza aplaude la salida de Chaves tras 19 años de gobierno; es decir, celebra indirectamente sus 19 años de ineptitud para vencer en las urnas a Chaves y a su partido. El presidente de la Junta se va cuando le ha dado la gana y después de diseñar la mejor estrategia de sucesión posible. Y, por si fuera poco, no se va del todo, qué va; se va a una vicepresidencia de relaciones con las autonomías, donde puede ejercer un a influencia decisiva. Raro.

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