Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Cargarse Historia del Arte

Reconcilia con la realidad, que nos tiene sin aliento, que se debata sobre política educativa, como se viene haciendo en las dos últimas semanas. Es un asunto esencial para el futuro inmediato y remoto de un país, que exige adaptaciones periódicas para responder a los cambios sociales. También, lamentablemente, es una forma de marcar el territorio cuando un partido sucede a otro en el Gobierno, dejando su rastro ideológico, fundamentalmente acerca del equilibrio y complementariedad entre la enseñanza pública y la privada. Pero, para nuestra suerte y desatasco mental, el machismo y sus lacras más siniestras o la educación sexual ya son asumidos por la derecha evolucionada, y la formación emprendedora lo es por parte de la izquierda menos asamblearia (así se recoge expresamente en la octava ley de educación de la democracia, la llamada ley Celaá, de inminente entrada en vigor). Carnaza no podía faltar para que se encienda la disidencia: la de quien esté en la oposición. El cebo paradigmático en estos días es la posibilidad, que esta ley contempla, de que un alumno obtenga el título de bachillerato con una asignatura sin aprobar. Que esta se señale como una circunstancia "excepcional" y que para ello sea necesario "el acuerdo del equipo docente", poco importa a los guardianes de la cultura del esfuerzo (parece que en otros tiempos no existían vagos de manual ni ágrafos funcionales).

En la enseñanza superior se debate asimismo sobre la actualización de sus titulaciones. Tras el asombro, mueve a la irritación la propuesta de eliminar el grado de Historia del Arte lanzada por la Subcomisión de (des)Humanidades, que señala como prescindible a esta titulación distinguida, madre de sabios, de amantísimos profesores y prácticos de su noble materia, vigente en tanta o mayor medida que parte de la pléyade de grados que surgieron como champiñones con la implantación del Plan Bolonia en 2007. Historia del Arte no es una rama de Historia, y es rechazable que se la quiera subsumir en esta titulación (que también será señalada como obsoleta: denle tiempo y una comisión). HdA es una carrera con corpus académico e investigador consolidado, no falta en los currículos de ningún país desarrollado. Esta descabellada propuesta puede que tenga que ver con el hecho de que, de alguna manera, una comisión se ve obligada a decir algo. Ponga un consultor estratégico en su vida, y échese a temblar. Como sucede con las leyes de Educación con los partidos políticos ganadores, la comisión tiene que marcar su territorio. Aunque sea a bombazos.

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