El Carnaval de los políticos

Tenemos un Gobierno que se disfraza casi todos los días y juega a vestirse de poder o de oposición, según el momento

Un músico francés, Camille Saint-Saëns, estrenó en 1886 una suite titulada El Carnaval de los animales. Con el tiempo fue popular y se interpreta con frecuencia. Pero si Saint Saëns hubiera vivido en la España actual, probablemente hubiera compuesto El Carnaval de los políticos, que se adaptaría a lo burlesco. Tenemos un Gobierno que se disfraza casi todos los días, y juega a vestirse de poder o de oposición, según el momento. Pablo Iglesias es de los que mejor se disfraza: anima a los agricultores a manifestarse y presionar, cuando una gran parte de sus problemas dependen precisamente del Gobierno.

Algunos banqueros dicen que estamos gobernados por marxistas. Pero se les nota que son del sector de Groucho. No tienen principios, y cuando no gustan unos, se sacan otros de debajo de la manga. No tienen escrúpulos, porque sólo les interesa el poder, que es donde se mangonea y se administran los sueldos. La democracia se ha convertido en un requisito formal: de vez en cuando la gente vota. Con la casuística de Cataluña, y la caja del País Vasco, pasa lo mismo. Todo tiene un precio.

Fingir se ha convertido en programa de gobierno. Disfrazarse de esto o de lo otro es su forma de expresarlo. Se ha visto en el caso de la fraternal acogida de José Luis Ábalos a la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez. Diferentes versiones para un acontecimiento. Si esta no gusta, tenemos otra. Hoy se disfraza de ingenuo y mañana de Robin Hood. ¿Qué hay detrás del cambio de postura del Gobierno con Venezuela? Eso es lo que no han descubierto.

En la oposición también se disfrazan. Pablo Casado se pone unos días los tirantes de Vox y otros la gorra de Ciudadanos. Lo que ha pasado con Alonso es fuerte. Sonreír en las imágenes de televisión con Cayetana a la verita suya tampoco ayuda, sino más bien al contrario. Por otra parte, en Ciudadanos ya no saben si disfrazarse de lo de antes, con el primer Albert, o lo de ahora, con la última Inés. Buscan las sumas y las multiplicaciones sin ton ni son, y así les va. En Vox siguen a lo suyo, que es negar que son fachas y parecerlo, incluso demostrarlo.

En el Carnaval de la política se disfrazan de lo que no son. Están dando los primeros coletazos de la legislatura, y ya se añora a Rajoy. Al menos, antes se sabía quién era el culpable de todos los males de España. Ahora parece que los males vienen solos y no dependen de Pedro y Pablo. Después del Carnaval vendrá la Cuaresma, que es el tiempo de la penitencia.

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