Pensándolo mejor

Miguel Hagerty

Carreteras sin curvas

HAY cosas que aportan gran estabilidad. Cosas cuya permanencia en este mundo nos sirven de ancla para seguir adelante día tras día, mes tras mes y año tras año sabiendo que, cuando nos despertemos el día de mañana y escrutemos al horizonte, tendremos la seguridad de que la vida tiene su propio ritmo y no podemos, ni debemos meterle prisa. Desde aquí, el sol siempre se pondrá por el Atlántico.

Hubo un momento de flaqueza este invierno en que pensé que ya sí, que por fin, que realmente para este verano estaría terminada la autovía de la Costa y podríamos decir adiós a los peligrosísimos conos/iconos de los veranos penibéticos que ni Fernando Alonso sabría sortear con destreza. La vida sigue igual y para llegar a Motril siempre existirá ese espacio vital que tiene el poder milagroso de alargar el tiempo considerablemente en un espacio relativamente corto. Hasta Einstein se maravillaría.

Este año ha sido especialmente consolador en este aspecto ya que desde hace mucho tiempo nos vienen diciendo "el verano que viene estará terminada la carretera de la Costa". Este año -¡oh alivio!- dicen que no tienen ni idea de cuándo podría estar terminada la dichosa vía. Además de dar pie a emplear mis queridos latinajos, como sine die o in illo tempore, la noticia me permite contemplar la vida veraniega como si no hubiera pasado nada en materia de transporte terrestre desde la expulsión del pobre Boabdil. Me devuelve a mis años mozos, pues todo sigue igual que entonces, cuando paraba la Alsina en medio del camino y entraba un tipo vendiendo garbanzos "para el mareo".

Pero hay otros elementos inmóviles que dan estabilidad a mi vida; hechos de parámetros pétreos que prácticamente eliminan la necesidad de escuchar el noticiero. Cuando se "jubila" un político de alguna relevancia, entran en juego ciertas pautas laborales -es un decir- que podrían levantar sospechas de juego sucio o, al menos, no limpio, cara al tan cacareado blindaje que tanto cabrea al español de a pie.

Verán. Cuando se fue Josemari de la cosa pública -que no se fue, pero en fin- a algunos les llamó la atención que, acto seguido, fue nombrado profesor visitante de la jesuítica Universidad de Georgetown y, poco después, asesor del conocido defensor de lo público Rupert Murdoch.

Hace poco se fue también Zaplana, mano derecha (nunca mejor dicho) de Aznar y en seguida es fichado por Telefónica gracias a su apabullante experiencia en relaciones comunitarias. Ahora leo que Imaz, previo paso por Harvard (!), se coloca como jefazo de Repsol. ¡Ellos sí que sabrían eliminar las curvas de la carretera de la Costa!

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