El lanzador de cuchillos

Carros de asalto

El 'shopsurfing' fue jaleado por buena parte de la dirigencia comunista, incluido el actual ministro de Consumo

Se juzga estos días el asalto por parte de unos sindicalistas andaluces -capitaneados desde fuera por el mítico alcalde de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo- al Mercadona de Écija. Requisar para repartir entre los más necesitados: esta era la receta contra la crisis que nos ofrecía la izquierda radical. El carro de Gordillo fue a la España de Rajoy lo que el de Manolo Escobar a la de las suecas y el bikini. Un producto cañí, la canción del verano con pañuelo palestino, en lugar de minifaldas taurinas. Pero esta copla ya se había escuchado antes. La prueba general fue en Italia, cuando doscientos miembros de los Centros Sociales del Véneto bloquearon durante una hora las cajas de un hipermercado de Marghera (Venecia), en protesta por el aumento de los precios, forzando a la dirección del negocio a acordar un descuento del diez por ciento para todos los clientes que estaban en la cola para pagar.

Tras el éxito de esta primera vez, el shopsurfing se repitió hasta en diez ocasiones en toda Italia, protagonizado siempre por grupos activistas de la "desobediencia". En Roma, miembros de los movimientos antiglobalización, con la excusa de reclamar mayores garantías para los trabajadores temporales, entraron en un supermercado del grupo Panorama, causando graves daños en las instalaciones, con el apoyo coral y entusiasta de la clientela presente, que aprovechó la confusión para arramblar con gran parte de los productos expuestos en las estanterías, desde teléfonos móviles a zapatillas Nike. Por su parte, un grupo de "sudaderas negras" asaltó la librería Feltrinelli, decomisando decenas de ejemplares, ante el estupor y la impotencia del personal. Algún periodista, carente de sensibilidad social, se aventuró a utilizar la expresión "libros robados". "¿Libros robados?" -le cortó agriamente Luca Casarini, el jefe de la operación- "En absoluto, lo que hemos hecho ha sido completar el círculo de la distribución del saber". Ah, vale.

El shopsurfing llegó a España de la mano de los montaraces dirigentes del SAT, pero fue jaleado por buena parte de la dirigencia comunista, incluido el actual ministro de Consumo, mira tú por dónde. Se veía venir, era sólo cuestión de tiempo. Aquí nos sobran demagogos y no es difícil encontrar clientes del Carrefour que se animen a salir corriendo del súper con los carros llenos de sopas Knörr y latas de fabada. Pero con los libros tuvieron un éxito descriptible, que el lumpen patrio ha sido siempre más del tomate y la salsa rosa. Nada de Chomsky ni Carlos Taibo: en España, el círculo de la distribución del saber no pudieron completarlo ni con el diario de la guionista de Gran Hermano.

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