Catar 1 - ddhh 0

Los chavales hacen más caso a los millonarios del balón y les importa un rábano lo que digan los maestros

El gol del joven de 22 años Daniel Olmo puede permitir que el futbol español no retroceda a los años en que veíamos por la televisión cómo los mundiales o los europeos los ganaban otros, o bien siempre nos quedábamos eliminados en el cruce de cuartos u octavos. No sé si la suerte nos seguirá acompañando en el camino al próximo Mundial, un poquito de suerte hubo en ese gol, pero lo que sí les aseguro, es que no me imagino a la Selección Española boicoteando ese mundial. Catar (anteriormente en castellano se denominaba Qatar) organizará ese Mundial entre noviembre y diciembre de 2022, y todo el mundo que vive del circo mediático del balón redondo no puede imaginarse la ausencia de nuestra Selección. Sería un drama, dicen.

Tan dramático como las escenas de fingimiento hipócrita que vemos en todos los partidos de futbol. Los gritos, casi alaridos salvajes, ante cualquier contacto; las manos al rostro aunque te hayan tocado en el ombligo; el pedir mano del contrario cuando el balón dio en la rodilla; el portero que se desmaya en los últimos minutos (si va ganado su equipo, claro), etc., etc., son los continuos comportamientos que luego las cámaras de televisión ponen en evidencia. ¿Y se hace algo para evitarlo? Parece que no: Henry marcó con la mano, todo el mundo lo vio y toda Francia aplaudió e Irlanda se quedó sin mundial.

Parece que esa es la deportividad que se muestra, esa es la lógica del deporte más aclamado. Ya se encargará la escuela de enseñar comportamientos éticos, dirán. Lo malo (o puede que sea lo bueno para algunos) es que los chavales hacen cada vez más caso a los millonarios hipócritas del balón y les importa un rábano lo que le digan los maestros que les piden esfuerzo.

Son evidentes cuales son las prioridades de los que dirigen todo esto. Lo importante es el gol en el último instante, márquese como sea. Poco importa que un mundial de fútbol lo organice un país con escaso respeto por los derechos de los trabajadores o que las mujeres allí tengan muy difícil asistir a los campos de fútbol. Todo está bien regado con gas natural, petróleo y otros elementos económicos que ruedan como los balones y van de bolsillo en bolsillo. Espero que las pelotas con las que se juega la liga española no vengan de China y estén atascadas en el Canal de Suez. Eso sería otro drama de colosales e hipócritas consecuencias. Vale.

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