La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Celebración de la democracia

Quienes durante tantos años no pudimos hacerlo sabemos apreciar lo mucho que significa votar hoy. Pese a todo

Hoy es la fiesta de la democracia. Se celebra todos los días en los que disfrutamos de la libertad de opinión, de crítica y de construcción de nuestro futuro dentro de los límites que las circunstancias (que entre todos podemos cambiar) y nuestras capacidades (que nadie debe quedar excluido de cultivar) nos marquen; en los que la Policía defiende a los ciudadanos en vez de defender a un régimen totalitario, y el Ejército garantiza y defiende la soberanía, independencia, integridad territorial y ordenamiento constitucional de la nación en vez de estar al servicio de un dictador y su partido; en los que la Constitución garantiza la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

Sucede con la democracia como con todo lo importante en nuestras vidas, ya sean amores, pasiones, creencias o ideas: o se viven y cultivan a diario o la rutina las mustia y hasta las mata. Pero todo lo importante que se debe vivir todos los días tiene sus celebraciones: el amor sus aniversarios, las vidas sus cumpleaños, la religión sus domingos y tiempos fuertes litúrgicos, la cultura sus conmemoraciones, las pasiones sus momentos álgidos… Y la democracia, las elecciones.

No se dejen tentar por el pesimismo, que siempre es reaccionario aunque se disfrace de progresista y hasta antisistema; ni por supuestas perfecciones democráticas que desprecian la democracia representativa para acabar, como enseña la historia, en totalitarismos sangrientos; ni por el desánimo (hoy, lo sé, tenemos un cartel que no anima a votar con entusiasmo; pero es el que tenemos y democracia significa lo mejor posible, no el bien absoluto). No se dejen engañar por quienes llaman despectivamente a nuestra democracia y nuestra Constitución -perfectibles como toda obra humana- "el régimen del 78"; por quienes mienten afirmando que la Transición fue un enjuague entre la Monarquía y los políticos pactistas: fue posible porque el pueblo español quería alcanzar la libertad sin violencia ni crisis que comprometieran el bienestar que, ciudadano a ciudadano, persona a persona, tan duramente se había conquistado en las dos décadas anteriores; el Rey y los políticos supieron interpretar y obedecer esa voluntad del pueblo que la Constitución llama soberanía nacional. Voten hoy, que quienes durante tantos años no pudimos hacerlo sabemos apreciar lo mucho que esto significa. Participen en la fiesta de la democracia.

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