Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Chantaje y violencia

El Gobierno de España no puede permitir un minuto más la constante humillación de los golpistas catalanes

Tras un largo descanso veraniego vuelvo a asomarme a esta columna con el pesar de volver a encontrarme, como principal tema de actualidad, con el mismo asunto que escribí la última: el desafío catalán y el precio que tendría que pagar Pedro Sánchez para mantenerse en La Moncloa. El presidente de la Generalitat, el derechista, xenófobo y racista Quim Torra, no contento con alentar la violencia de los Comités de Defensa de la República (CDR), en el aniversario del ilegal y esperpéntico referéndum del 1-O del pasado año, con sus agresiones a ciudadanos, policías, cortes de vías de comunicación, asaltos a instituciones -que culminaron con el perpetrado contra la más alta representación catalana como es su Parlament- se permitió, una vez descubierta su faceta extrema y violenta -que ha sido la seña de identidad del independentismo, aunque han intentado cínicamente ocultarla con un pacifismo inexistente- lanzar un ultimátum a Sánchez de retirarle el apoyo parlamentario si antes de noviembre no acepta un referéndum vinculante para la independencia de Cataluña. Amenazó también al Tribunal Supremo, advirtiéndole que si condena a los detenidos y 'exiliados' catalanes no sólo no acatarán la sentencia, sino que proclamarán la República.

La respuesta de la portavoz del Gobierno de Sánchez, aunque afirmando que no aceptará el ultimátum ni la independencia, ha sido suave, insistiendo en un diálogo al que se aferra el ambicioso Sánchez que, a través de su vicepresidenta y otros allegados, le ofrecen hasta la libertad de los presos o su posible amnistía. Esta constante bajada política de pantalones no le parece suficiente al impresentable Torra y su grotesco jefe Puigdemont y no se sale del guión de la República bananera. El Gobierno de España no puede permitirse un minuto más la constante humillación de los golpistas catalanes, los que ofenden constantemente al Jefe de Estado -sus juventudes, educadas en el modelo nazi del odio, pisotean y queman la foto del Rey-, a las más altas instituciones, al poder judicial, y, por si fuera poco, no sólo desprecian a los españoles, sino a los catalanes que no piensan como ellos, sometidos a un constante acoso.

Hay que poner coto de una vez a este monstruo construido en los últimos años a base de engaños de sus líderes sobre los narcotizados ciudadanos, utilizados de escudo.

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