Chiringuitos y canonjías

Deseando estamos de que venga un coronel y diga que ya no hace falta montar guardia en el banco

Ardua es la tarea del concejal de Podemos Antonio Cambril, ese querido compañero, un híbrido de intempestivo Cioran y de modelo de Dolce Gabanna, que quiere desmontar los chiringuitos políticos de Granada. Ha empezado por la Fundación del Agua, que al tener capital privado es menos chiringuito que aquel en el que él tuvo la manduca asegurada y que solo sirve para que dos guardias civiles en retirada laboral hagan guardia en sus puertas, no vaya que alguien entre sin enseñar el DNI. Me refiero al Consejo Consultivo de Andalucía.

Hablando de guardias, cuando yo hice la mili en San Clemente de Sansebas se contaba que un coronel recién llegado al campamento encontró a un soldado haciendo guardia al lado de un banco. Preguntó el coronel por qué se hacía guardia ante aquel banco y ninguno de sus subordinados pudo darle una explicación coherente. Aquello no tenía sentido. Así que rebuscaron entre los papeles y encontraron que aquella orden procedía de muchos años atrás, de cuando se había pintado el banco y el responsable del campamento de entonces ordenó que se pusiera un soldado allí para evitar que alguien se sentara. El caso es que la pintura se secó y en torno al banco nunca faltó un soldado haciendo guardia porque nadie había revocado aquella orden.

En Andalucía, en su día, cuando las putas se pagaban con la visa de la Junta y los sindicalistas pedían cigalas de tapa, se crearon un montón de agencias públicas y consejos autonómicos que pasado el tiempo han demostrado que son totalmente prescindibles y que solo sirven como abrevadero de políticos afines e instrumentos de intercambio de favores. "No te preocupes que te buscamos un acomodo", se suele decir en las sedes de los partidos cuando ven que un cuñado, hermano o político sin oficio ni beneficio se ha quedado en paro después de perder unas elecciones, por ejemplo. Abundan en nuestra tierra los chiringuitos y las canonjías, despachos a donde no entra nadie y que han sido creados solo para eludir la ley que ordena el reglamento laboral de cada institución. "Esto es mío porque lo he creado yo y pongo aquí a quien quiero", dicen los creadores de chiringuitos y canonjías. Deseando estamos de que venga un coronel y diga que ya no hace falta montar guardia en el banco porque hacerlo es inútil y no sirve para nada. ¿Qué hay de lo mío?

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