La ciudad y los días

Carlos Colón

Clases pasivas

LO conocimos cuando la televisión aún era un lujo reservado a los pocos afortunados vecinos a cuyas casas acudíamos por tandas de edades: los niños los fines de semana a media tarde para ver a Pedrito Corchea, Bolinche y Chapinete, Herta Frankel y la perrita Marilyn o Antena Infantil; los mayores por la noche para ver Perry Mason, El Santo o Primera fila. En este último programa lo conocimos en 1963 interpretando Esta noche es la víspera de Ruiz Iriarte, La pradera de San Isidro de Ramón de la Cruz, Malvaloca de los Quintero o Tío Vania de Chejov.

Después cada familia española fue teniendo su propio televisor (hasta en color, gracias a un plástico de tres tonalidades que se ponía ante la pantalla colgado de dos ganchitos) mientras este gran actor nacido en 1930 en Porcuna -porque allí actuaba la compañía de sus padres, Luis Martínez Tovar y Julia Delgado Caro- fue desarrollando su carrera televisiva pasando de Primera fila a Novela y Estudio Uno. En este programa alcanzó su mayor popularidad con El perro del hortelano, Tres sombreros de copa, La loca de la casa, Mesas separadas o El que recibe las bofetadas.

La gloria le llegó con la emisión, el 16 de marzo de 1973, de 12 hombres sin piedad junto a un reparto que hizo historia: Jesús Puente, Pedro Osinaga, José Bódalo, Luis Prendes, Manuel Alexandre, Antonio Casal, Sancho Gracia, José María Rodero, Carlos Lemos, Ismael Merlo, Rafael Alonso y este Fernando Delgado que hoy recordamos con pena, cariño y respeto tras su fallecimiento el pasado lunes.

También hizo cine desde los años 50 a las órdenes de Romero Marchent (El Coyote), Setó (La saeta rubia), Lazaga (Cuerda de presos, Muchachas de azul), Forqué (091, policía al habla), Berlanga (Plácido), Palacios (Tres de la Cruz Roja), Saura (La prima Angélica), Miró (Gary Cooper que estás en los cielos) o Díaz Yanes (Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto).

Sus últimos trabajos televisivos se los ofreció Valerio Lazarov en Hostal Royal Manzanares, donde coincidió con otro gran patriarca de la escena: Rafael Alonso. Sus últimas apariciones en el cine se deben a José Luis Garci, de quien se podrá decir lo que se quiera menos que no aprecia a los grandes viejos actores que otros olvidan. Pero la televisión y el cine fueron sólo medios para dar rienda suelta a su pasión por el teatro, desde que con 19 años se hizo un nombre en el estreno de Historia de una escalera hasta que con 76 interpretó, necesitando una bombona portátil de oxígeno, Me llamo Juan Ramón Jiménez. Lo queríamos. Lo recordaremos.

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