La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Claudicación sanchista

La obsesión del PSOE de Sánchez por seguir en el poder, hace que sus palabras empiecen a ser de plastilina

Era importante mantener el forcejeo conceptual, que el lenguaje no culminara la primera claudicación. Los actores catalanes del procés apelan al concepto y su lenguaje aplicado para crear argumentos falaces a favor. Ellos dicen opresión, España replica con la administración de justicia constitucional. Si hablan de presos políticos y exiliados, España responde con democracia y ley para corregir el aserto hacia la verdad: son políticos presos y fugados. Derecho de autodeterminación, dicen, para no reconocer lo que es en realidad: un intento de determinación de privilegios, ganar su insolidaridad por escrito, que les haga ser más ricos entre los ricos, más acaudalados que solidarios. Dícense de izquierdas, pero el nacionalismo catalán deja poco margen para entender su peculiar progresismo, por egoísta y supremacista.

Era importante no dejar que impusieran su lenguaje, pero la obsesión del PSOE de Sánchez por seguir en el poder, hace que sus palabras empiecen a ser de plastilina. En campaña electoral intentó parecer alejado del mundo con el que hoy quiere pactar. Sólo era una estrategia partidista. Prometió volver a regular los referéndums ilegales como delito penal. Hoy calla. Sánchez hace gala de esa compulsión permanente por no dejar resquicio a la honestidad de cualquier gobernante, convertido en un mentiroso sin escrúpulos, que traga con lo que haga falta.

Ahora lo que sólo era un "problema de convivencia" ya sí es para Sánchez un "conflicto político". "¿Alguien lo duda?", reafirmó Ábalos, el Maki Navaja del Gobierno. Hasta la prisión preventiva de Junqueras ya se pone en duda por tres miembros del TC, afines al ala progresista del Tribunal. Mentiránchez prometió no pactar nada con Bildu, pero ahí está Chivite, su gancho ejecutor en la foral Navarra, negociando el presupuesto con los hermanos de ETA. Y el PSC, compinche de Sánchez en esta obsesión progre-indepe por construir el relato, desempolvando la Cataluña nación para volver a hablar de hecho diferencial con la misma belicosidad egoísta con la que lo propugnan desde ERC o JxCAT.

El lenguaje cambia (tras las elecciones, no antes), como paso previo a la claudicación suave, pérfidamente escondida entre las brozas del ruido mediático, de soslayo y cosida al ansia infinita de poder de Sánchez. Mientras en la plaza pública se desuellan unos y otros, él calla. Ya nos dejó un abrazo con Pablo Iglesias como testimonio de su voluntad inequívoca de claudicación sanchista.

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