Señales de humo

José Ignacio Lapido

Coincidencias

HAN querido los dioses de la casualidad que en este crudísimo invierno de ventoleras, diluvios y antigripales apenas oigamos hablar del calentamiento global. Es comprensible. Si ahora mismo me llegara una invitación para asistir a una conferencia sobre el "cambio climático" me lo pensaría dos veces. No porque dude de las teorías de los que han hecho de la capa de ozono el sayo de sus ambiciones, válgame el Cielo, sino por temor a que una riada o un nevazo me dejen incomunicado en el camino. Son los inconvenientes de la sequía.

Pero ya se sabe: los dioses de la casualidad son caprichosos y ubicuos, o sea, que cuecen sus habas sagradas en todos lados. Sin ir más lejos, la pasada semana, a la vez que se desarrollaba la Cumbre Internacional de Gastronomía Madrid Fusión, nos enterábamos por la prensa de que la cadena de hamburgueserías McDonald's había aumentado espectacularmente sus beneficios. Nada menos que un 80% con relación al año anterior. Curioso. Por un lado, los más renombrados cocineros del planeta -Arzak, Adriá y toda la peña-, causando sensación con sus elaboradísimos platos, y por otro, el pueblo llano -o agudo o esdrújulo, da igual- abandonando unos minutos la cola del paro para meterse entre pecho y espalda su dosis vital de proteínas y grasa en forma de hamburguesa.

Parece como si la plebe, para escarnio de la "cocina de autor", estuviera deseando que se hundiera la Bolsa para atiborrarse de comida basura. Qué ingratos. Porque no sólo las hamburguesas se han convertido en el clavo ardiente al que se agarran los damnificados por la crisis. La empresa que comercializa la marca de vino Don Simón ha reconocido un aumento en sus ventas de un 29%. El dato, que vale más que cualquier estudio macroeconómico, es inequívoco: vamos hacia una economía de subsistencia. El mundo ideal de las "esferificaciones" y la apoteosis de los sabores virtuales tiene su reverso en el mundo real de la pringue y el tetrabrik. Platón vs Aristóteles.

Imagino igualmente que el arbitrio de las reglas del azar ha hecho que se conocieran los escandalosos sueldos que los altos ejecutivos de Wall Street han cobrado en 2008 justo el mismo día que Obama conseguía que la Cámara de Representantes le aprobara su plan de ayuda al sistema financiero. En paralelo, y para completar el repóker de paradojas, se hacían públicos los multimillonarios beneficios que han obtenido el Banco de Santander y el BBVA prácticamente a la misma hora que el Banco de España emitía su lúgubre certificado: entrábamos oficialmente en recesión. ¿Coincidencia o recochineo?

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