La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Confiar en el rey de Marruecos

El giro sobre el Sahara puede ser realista, pero Sánchez no lo ha explicado a nadie y Marruecos no ofrece garantías

El Gobierno se ha quedado literalmente solo en el giro radical que ha dado a su política sobre el Sahara occidental. Tan solo que ni siquiera es todo el Gobierno, sino únicamente la parte socialista la que respalda esta decisión de Pedro Sánchez de cambiar la defensa de la autodeterminación de los saharauis por el apoyo a su integración, con cierta autonomía, en Marruecos.

Sánchez ha dado un golpe de realpolitik en la política exterior de España, como antes hicieron Francia, Estados Unidos y Alemania: aceptar que la solución de la ONU al conflicto del Sahara es una causa perdida y admitir su absorción por Marruecos, aun a sabiendas de que la autonomía prometida resulta ilusoria teniendo en cuenta que los poderes decisivos de ese país siguen depositados en el monarca.

Es una apuesta arriesgada, porque aquí la solidaridad con el pueblo saharaui viene siendo constante, sólida y extendida, y eso explica la soledad de los socialistas en el Congreso, además de la inquietud y malestar dentro del propio PSOE. Luego está el hecho de que el cambio de Sánchez se ha perpetrado al modo Sánchez: sin contar con nadie, sin buscar la complicidad de la oposición, afrentando a sus socios de Podemos y sin informar ni al Parlamento ni a la opinión pública. La iniciativa puede ser obligada y pragmática, incluso buena, pero no se ha explicado, aparece como un trágala.

¿A cambio de qué? Ahí el problema es aún mayor. Lo que buscaba Pedro Sánchez negociando con Rabat es reanudar las sólidas relaciones anteriores a la crisis de la primavera pasada, cuando los marroquíes respondieron a la atención sanitaria en España a un líder polisario enfermo con la invasión programada de nuestro territorio soberano por miles de inmigrantes acarreados por el Ejército alauita con todos sus efectos desestabilizadores.

Sinceramente, creo que no lo ha conseguido. Ya es raro que no haya comunicado conjunto sobre los términos del acuerdo de normalización de las relaciones. El Gobierno español afirma que el pacto consagra la integridad territorial de los dos países y la colaboración en el control de la migración, pero es significativo que el comunicado marroquí no recoja estos puntos y, sobre todo, que el pacto no cite a Ceuta y Melilla. Conociendo cómo funciona Mohamed VI, no hay ninguna garantía de que las dramáticas escenas del pasado en las dos ciudades españolas no vuelvan en el futuro, ya con un Sahara ya bajo dominio marroquí.

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