Conflicto

No hubo conflicto entre comunidades, sino terrorismo y ensañamiento y crueldad por parte de ETA

Eta pone fin al conflicto vasco", dice una locutora en un informativo televisivo. ¿Conflicto? ¿Qué conflicto? En 1982, en Burundi, tuve uno de los encuentros más extraños que han ocurrido en mi vida. En una cena en casa del obispo de una pequeña ciudad, conocí a un hombre muy alto, silencioso, de modales un tanto anticuados. Me contó que era vasco y que vivía en Burundi trabajando en una gasolinera. Aquello me extrañó. Burundi era uno de los lugares más raros del mundo para trabajar en una gasolinera: apenas había coches ni carreteras asfaltadas. Cuando le hice más preguntas, el hombre apartó la vista. Estaba claro que no tenía ganas de hablar. Días después, unos misioneros españoles me contaron que aquel hombre estaba amenazado de muerte por ETA y que había tenido que huir de España. Y gracias a un familiar suyo, misionero, había encontrado aquel trabajo en Burundi.

Años después, cuando escribí una novela ambientada en Burundi, convertí a aquel hombre en un personaje, pero al final lo eliminé porque pensé que nadie se lo iba a creer: un huido de ETA en Burundi parecía demasiado inverosímil. Pero ahora que recuerdo todo aquello, lo verdaderamente inverosímil es que los misioneros que me contaron la historia de aquel hombre lo hicieran con desconfianza, como si me estuvieran hablando de una persona que tuviera algo turbio que ocultar. No hay que olvidar que estar amenazado por ETA, en aquella época, significaba que uno era tal vez un confidente de la Policía o un franquista sospechoso de haber hecho cosas feas. Esa desconfianza, que estaba muy extendida entre la izquierda -y los misioneros eran muy de izquierdas-, permitió a ETA campar a sus anchas durante muchos años, sin que casi nadie se atreviera a expresar una condena seria contra los cientos de asesinatos y secuestros que cometió. Sólo a partir de los años 90 se invirtió esa tendencia, que aún perdura entre mucha gente de la izquierda radical.

Así que ya es hora de repetir lo que es evidente. No hubo conflicto ni hubo enfrentamiento entre comunidades, sino terrorismo y ensañamiento y crueldad. Y todo se debió al fanatismo y al odio indiscriminado hacia los "españoles". Y al supremacismo étnico. Y al instinto totalitario. Y sólo por estos motivos ridículos, un pobre hombre tuvo que acabar trabajando en una gasolinera en el corazón de África.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios