Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Consistorio ladrillil

No se puede permitir que un consistorio que nos ahoga con impuestos y multas tenga nuestros jardines abandonados

En este recorrido por el mal hacer del Ayuntamiento granadino, la semana pasada hablé del arboricidio perpetrado por todos los consistorios presentes y pasados. El historial es interminable, desde la Avenida de la Constitución hasta Arabial-Palencia ha habido cientos de arboricidios, totales o parciales, capítulo en el que también entran la poda extrema y mutiladora y la nula reposición de cientos de árboles, secos por falta de riego o mutilados por gamberradas, pero que no se reponen. En los paseos de la Fuente de la Bicha y de los Hermanos Costaleros hay más de veinte casos, y en muchísimos otros sitios de Granada, una ciudad donde manda el imperio del cemento, hasta el punto de que antes de reponer un árbol, desde este consistorio ladrillil prefieren enviar a albañiles con cemento en mano para sellar los alcorques vacíos. Todo menos replantar.

Pero este afán ladrillil del Ayuntamiento granadino no sólo se centra en exterminar árboles mientras fomenta viviendas-ladrillo-cemento y castiga con burocracia extrema la rehabilitación, sino que, siguiendo con el mundo vegetal, aniquila los jardines y zonas verdes que se cruzan en el camino de cualquier cementazo.

¿Recuerdan los jardines-cementazo que planeaban para el hotel Reúma, con ascensor a la Alhambra incluido? ¿Y cuándo querían talar los plátanos centenarios de la Plaza del Campillo por el aparcamiento de Puerta Real? Los disparates se cuentan por decenas, y muchos de ellos desgraciadamente se han materializado.

Pero el problema de los consistorios ladrilliles que padecemos en Granada es que tienen un concepto equivocado de los jardines y zonas verdes. Piensan que sólo son una fuente de gasto en jardinería, árboles, plantas, abono, agua y jardineros, en vez de percibirlos como una inversión de futuro en bienestar ciudadano y en construir una ciudad más amable, ecológica y libre de contaminación. Hay pocos jardines en Granada en los que no te encuentres botellas, latas, papeles y bolsas tiradas producto de los botellones, pintadas, papeleras rotas o copadas de basura, bancos destrozados, plantas secas, machacadas y/o mutiladas, y abandono y suciedad. Es más barato y cómodo no regar, no cuidar, no limpiar, no prohibir, o poner mayas de plástico naranja con estacas de hierro que reponer setos, plantas o árboles.

El deterioro de los jardines granadinos es intolerable, no se puede permitir que un consistorio que nos ahoga con impuestos y multas tenga nuestros jardines, que son lo único que nos proporciona relax y esparcimiento, totalmente abandonados. Sepa consistorio ladrillil que el no querer a nuestros jardines y árboles, es no querer a los granadinos.

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