Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Construyendo futuro

Granada debe articular su propio camino autónomo hacia un mejor futuro en todos los aspectos

Con más de 4.000 muertos en octubre por coronavirus, nadie duda de que las cosas están muy mal en España debido a actitudes irresponsables e insolidarias, fundamentalmente de jóvenes con derecho a divertirse por encima de la vida de los demás, que nos han abocado a una situación sanitaria y económica gravísima.

El pesimismo por nuestro futuro es evidente, y, a este ritmo -si no empeora más la situación-, para finales de marzo habrán muerto 20.000 personas más.

El miedo, la incertidumbre y el malestar generalizado de una sociedad huérfana políticamente ante tanta calamidad, hace que debamos reaccionar y accionar, cada uno desde nuestras posibilidades, ante el desamparo de la detestable casta política que nos gobierna.

¿Qué podemos pues hacer los granadinos ante este tremendo desafío económico y sanitario? ¿Qué podemos construir de futuro a sabiendas de nuestra penosa situación histórica pasada y presente?

Es difícil ver el futuro de Granada desde la esperanza, pero así debemos enfocar nuestros esfuerzos, intentando construir en positivo para las generaciones presentes y venideras, desde la ilusión y el optimismo, es lo único que nos queda…

La situación de nuestro territorio en un mapa autonómico que ha demostrado con creces su absoluta incapacidad ante la adversidad, y su inoperancia cuando no hay adversidad -porque funciona sólo como una máquina de crear y pagar a políticos y sus aparatos-, es insostenible y son multitud las voces que imploran nuestro encaje en una autonomía propia, e incluso hay voces acreditadas que, ante la evidente crisis de nuestro Estado, se plantean la constitución de un territorio completamente autónomo del mismo, que nos permitiese construir nuestro propio destino con eficacia y servicio a los ciudadanos.

Luxemburgo, Liechtenstein, Catar, San Marino, Andorra o Mónaco son países mucho más pequeños que Granada, y ello sin contar con nuestros territorios históricos, que nos sitúan a la altura de Dinamarca -sin Groenlandia ni Islas Feroe-, Países Bajos o Suiza, y muy por encima de Bélgica, Albania, Moldavia o Armenia, y con mucha más historia de autogobierno que ellos.

Siendo ello cierto, no obstante, España debe ser nuestro orgullo, como lo lleva siendo durante siglos, pero en su eminente territorio, ahora ominosamente gobernado, Granada debe articular su propio camino autónomo hacia un mejor futuro en todos los aspectos. Es nuestro derecho constitucional y un deber de los granadinos conseguirlo, porque nuestra obligación es construir el futuro que nos niegan para nuestra tierra.

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