Ahora que sabemos que Granada va a acoger el enésimo festival de series en España, por mucho que se empeñen en venderlo como algo novedoso, surge la necesidad de pensar en las historias que alberga Granada y que podrían llevarse a la pequeña pantalla. La guerra de casi dos siglos entre Huéscar y Dinamarca es una de las claras favoritas a entrar en la lista. Lástima que algunos ya se hayan adelantado y preparen un documental sobre el conflicto. Por suerte, la ciudad de la Alhambra y sus alrededores poseen un sinfín de historias que necesitan ser contadas. Malaka es el ejemplo a seguir, una serie que muestra la cara B de una Málaga que se empeña en venderse como la ciudad de la playa, pero que esconde una realidad que queda eclipsada por los colorines de Pompidou. Ya sea por la necesidad imperiosa de no olvidar el pasado -seguro que Lorca tiene algo que decir aquí- o por el simple hecho de contar una historia que ver al llegar a casa del trabajo, Granada necesita contarse a sí misma, sea en el cine o en la televisión, porque de lo contrario serán otros quienes impongan su visión de cómo es la ciudad.

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