El juicio a los directivos de Bankia ha demostrado que lo realmente transversal en la política española es la afición a la buena vida a costa del dinero de todos. Entre los condenados hay políticos del PP, del PSOE y de IU, directivos de la CEOE y sindicalistas de CCOO y UGT. Ministros, Secretarios de Estado, Directores Generales y hasta un Jefe de la Casa del Rey. En definitiva, la flor y nata de España que acabará convirtiendo nuestras prisiones en un exclusivo Club de Campo.

Hubo un tiempo en el que el mayor miedo de cualquier madre sensata era que uno de sus hijos acabara en la cárcel por alguna de esas locuras juveniles propiciadas por las malas compañías en una noche de juerga desbocada. Entre rejas, era difícil aprender nada bueno o trabar amistades de interés para el futuro. Sin embargo, en los próximos años, será más rentable tener un hijo calavera y sinvergüenza que esforzarse, educarlo, inculcarle valores éticos y ahorrar para enviarlo a la Universidad. Los patios de presidio serán aulas vivas donde aprender, con los mejores maestros, finanzas fraudulentas, marrullería política, hipocresía y mala administración de empresas. Y además, una vez que salgan, los muchachos disfrutarán de una agenda que para sí la quisieran muchos.

Como los protagonistas de las viejas películas de cine carcelario, todos los condenados se declaran inocentes. Es más, tienen claro que son víctimas de una conspiración mediática urdida por los poderes fácticos. Y es comprensible, el asunto de las tarjetas de Bankia sólo es una densa cortina de humo para tapar la condena del exduque de Palma. Hay que ir echando carnaza al pueblo para que satisfaga sus irracionales ansias de venganza. Por eso, va a ser muy divertido ver a Gürtel tapando a Bankia, a los ERE ocultando a Gürtel y así, cada sentencia será una tapadera de otra, hasta que las cárceles españolas, para satisfacer los gustos exquisitos de nuestra población reclusa, cuenten con casino, campo de golf, sauna, safari virtual e hipódromo, para que los otrora poderosos internos, puedan gastarse en apuestas, los fondos no devueltos del expolio de dinero público que han protagonizado.

Dicen algunos, con cierta conmiseración, que la sentencia es ejemplarizante. ¿Cómo quieren que sea? Una de las funciones básicas del derecho penal es disuadir a los ciudadanos para que no delincan, entre otras razones, porque podrían acabar entre rejas.