El lanzador de cuchillos

Cosa del PSOE

La izquierda habita en el lado correcto de la historia y el pecado de la corrupción apenas roza su alma sin mácula

Lo ha escrito Ignacio Camacho este fin de semana: "Queda oficialmente proclamado que resulta falso de toda falsedad que la condena a dos expresidentes de un gobierno del PSOE, que además fueron también presidentes federales del PSOE, por auspiciar o consentir una trama de ayudas falsas repartidas por altos cargos militantes del PSOE en comarcas y municipios gobernados por el PSOE, con la colaboración necesaria de sindicalistas e intermediarios del PSOE, tenga la más remota relación con el PSOE".

Imaginemos que un partido de derechas hubiese utilizado, en la región con más desempleo de Europa, 680 millones de los parados para ayudar a los cuñados y a los amiguetes, correrse juergas con putas y, sobre todo (con sobre y todo), comprar la voluntad de los votantes. ¡Cuántas portadas de El País (169 dedicó el periódico global a los cuatro trajes de Camps), cuántas horas de pe-rio-dis-mo ferreriano al rojo vivo, cuántas exclusivas del niño de Arsenio! Pero, ay, la izquierda habita en el lado correcto de la historia y el pecado de la corrupción apenas roza su alma sin mácula. Así que la prensa socialdemócrata, tan áspera y correosa cuando el balón del pillaje se jugaba en campo del rival, se muestra estos días timorata o huidiza: hay quien pretende establecer un relato alternativo -la famosa teoría de los cuatro golfos, nadie se ha metido un duro en los bolsillos, etc.- y quien se encoge de hombros y, con absoluta ausencia de sonrojo, procura mirar cuanto antes para otro lado. A otra cosa, mariposa. Aquí paz y después gloria.

Pero ni siquiera los analistas orgánicos podrán obviar una realidad insoslayable: que el PSOE dispuso de cuarenta años para romper con el estigma de la Andalucía de señoritos y jornaleros, de la tierra folklórica y beata del franquismo, pero prefirió ocupar las instituciones antes que reformarlas y adocenar a aquel pueblo esperanzado del 28F, metiéndole en los bolsillos cuatro migajas y embotándole la cabeza con la televisión más reaccionaria de Occidente (la más fascista es la catalana TV3). La culpa que los andaluces jamás podremos perdonar al socialismo que gobernó esta tierra más tiempo que Franco es que malversara los fondos públicos para crear una inmensa red clientelar. La gran corrupción moral del socialismo andaluz no es otra que la de haber dilapidado conscientemente el capital humano y económico de esta tierra con la única intención de perpetuarse en el poder. Sí, querido Ignacio, todo eso ha sido cosa del PSOE.

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