Cámara subjetiva

Ángeles Mora

Cosas nuestras

LOS políticos de la derecha se ríen de nuestras cosas -quiero decir, de la inquietud creciente en la gente, en el pueblo indefenso- soltando una especie de boutade, un ejercicio de cinismo: la única esperanza de la izquierda -dicen con sarcasmo y superioridad- radica en el movimiento del 15M. Naturalmente desde la altura de su triunfo electoral y el dominio real en el mundo de hoy de la doctrina neoliberal -la que ellos predican- se sienten en la cima, cerca del éxtasis, con todas las cartas en la mano. Tan sonrientes.

La izquierda que ellos desprecian aglutina, sin embargo, a la gente que no puede estar contenta con la tremenda injusticia de un mundo cada día más indigno, donde la pobreza se multiplica para que una mínima parte de ricos (que no crean riqueza sino que son simples especuladores) aumenten continuamente su fortuna a costa de nuestro empobrecimiento.

Como la crisis la han creado los ricos y sus bancos, pero luego se las han arreglado para que la paguemos los demás, ahora se pueden reír, sí. Y como su avidez -la avidez del capitalismo- no tiene límites, piensan seguir en lo mismo. Es decir, haciéndose más ricos a costa de convertirnos en sus siervos, con sueldos míseros y trabajos esclavos. Si pensaran hacerlo de otra manera no estarían ya en Cataluña (y es un síntoma claro) pactando CIU y el PP para seguir bajando impuestos a los ricos, la ley de oro del liberalismo: bajar los impuestos de los ricos y aumentar los recortes sociales. O sea, invertir los términos de la lógica de una política dirigida hacia el bien común -cuyo principal empeño debiera ser subsanar los desequilibrios- hasta convertirla en lo contrario: la política que impone el dominio sin medida de los poderosos sobre los asalariados.

Sí, el PP se ríe del 15M, esos pobres pacifistas indefensos que se sientan en las plazas a pedir democracia real ya, o sea, a pedir otra forma de hacer política en la que todos podamos sentirnos representados, una democracia realmente participativa. Tampoco Zapatero se los toma en serio: culpa a la crisis y al desempleo (le parece poco, por lo visto), pero no quiere entender el mensaje.

Vale, el 15M es un movimiento hecho desde abajo, desde el no-poder, pero es una lucha de resistencia sostenida por una fuerza que vale más que nada: la fuerza de la razón, la indignación que da saberse maltratado, desoído, ignorado. No acabará tan fácil. Los jóvenes aún tienen mucho que decir, seguro: en las plazas de nuestras ciudades y en esa otra gran plaza, la digital, abierta para todos.

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