Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Cuenca y dos enigmas

Debe situarse al frente o enfrente de la protesta hospitalaria y decidir el tiempo concede para aclarar lo sucedido en el Centro Lorca

Fermín Camacho, el conservador más culto, divertido e ingenioso de cuantos he conocido, lo repetía mucho: "En política, lo que no se hace el primer año, no se hace nunca". Le sobraba razón, durante los primeros meses en el cargo se diseñan los proyectos que definen un mandato y se crea la imagen pública que difícilmente podrá cambiar luego. De todas las decisiones, la peor es la que no se toma o la que se toma tarde, de ahí que Moratalla, quien ante cualquier problema creaba una mesa sectorial donde aparcarlo, diera paso a cuatro victorias electorales del PP en Granada. Francisco Cuenca se acerca ya a sus primeros seis meses a la cabeza de un Ayuntamiento que se encontró hecho un solar por la pésima gestión, o el saqueo (ya lo establecerán los jueces) llevados a cabo por los representantes del PP. Dado que el proceso contra Torres y Nieto será largo, y el escándalo constante, Cuenca aguantará los días que restan hasta la próxima convocatoria electoral y podría disputarla con alguna garantía de éxito. Hasta el momento, lo ha hecho bastante bien, pero se enfrenta a dos enigmas que ha de descifrar de manera urgente; el primero consiste en concluir si se sitúa al frente o enfrente de la protesta contra la fusión hospitalaria, y el segundo en averiguar cuánto tiempo concede a Laura García Lorca para aclarar lo sucedido en el edificio levantado en la Romanilla y entregar el legado de su tío… eso o plantarse en los tribunales.

En el caso más que probable de que la manifestación del 27, contagiada a Málaga y Huelva, constituya otro éxito, y él no la respalde, podría quedar identificado definitivamente como un susanícola, como un títere al servicio de Susana Díaz, cuyo imperio popular se deteriora por nanosegundos tras llevar al PSOE al momento más crítico de su historia. El dolor y el temor a la enfermedad y la muerte pueden más que las simpatías ideológicas y el carné del partido. Y en lo referente al Centro Lorca, si no se alinea junto a los ciudadanos, de cuyos bolsillos sale el dinero de la construcción 'evaporado', corre el peligro de aparecer como cómplice de una situación de la que es completamente inocente. El tiempo se ha agotado. La decisión tiene que estar tomada para anteayer. De lo contrario, corre el riesgo de ver destruida su imagen y de cumplir el último verso del poema 'autobiográfico' de Rosales: no se habrá equivocado en nada, "salvo en las cosas que (él ) más quería".

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