Cultura sin falsos inventos

El primer reto de los nuevos rectores de la Junta es dimensionar Granada como certero planeta de la cultura

El uso del Centro García Lorca -el de la plaza de la Romanilla- en actividades impropias, más subsidiarias y tangenciales que aquellas otras que habrían de responder a una racional programación cultural, íntimamente relacionada con la poética o el drama lorquiano o con las literaturas española, andaluza y hasta granadina, plenamente contemporáneas, es una prueba clara de que ha transcurrido un tiempo sobrado para dotar a dicho centro -desde que, como un espejismo, se puso en marcha- de una programación de calado, con espíritu abierto, inteligente y capaz, que ayude a contemplar a Granada como candidata vocacional, no sólo a una nominación ocasional como hipotética ciudad de la Cultura, sino destacando lo cultural como aquello que forma parte de su carácter y personalidad intrínsecos, que permita considerar, además, esa candidatura que, de seguir así, con esas templanzas -por denominarlas de modo suave- se nos aparece como una zanahoria más, de la larga lista que el PSOE y sus gobernantes en la Junta de Sevilla -y en otras instancias, también- han venido suministrando, mientras abandonaban a Granada, definitivamente, en el tortuoso camino de su propia mala suerte, adobada con el irritante silencio cómplice de muchas voces mudas de creadores e intelectuales que, favorecidos y con la andorga llena, semejan un patético coro practicando el traidor silencio de los corderos.

Ese sumidero -el Centro García Lorca- que se ha tragado millones de euros; unos apoderados por indecentes manos y otros que ahora son reclamados por terceros, muy seguramente causados por una torpe, costosa e injustificable administración, poco menos que exigida por razón de sangre y de apellido en la mesa rectora del Consorcio que lo rige; es el que, pese a venir pagando y hablando bajito, ha rentado hasta ahora la nada cultural e intelectual a esta ciudad inmersa en esa administración autonómica que llegó a convertir a Andalucía, hasta ahora poco, en hacienda propia de partido -PSOE- como si se tratase de escritura de cortijo y objeto de apuesta en noches de naipes, coca, alcohol y lencería.

El primer reto que se presenta a los nuevos rectores de la Junta -que se espera que de ahora en adelante lo sea de toda Andalucía- y próximos Ayuntamiento y Diputación, es su contribución decidida a dimensionar Granada como certero planeta de la cultura, sin inventos irrealizables ni medias tintas: este toro viejo se conoce ya todos los engaños. ¿O no?

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