Granada festeja hoy la puesta en funcionamiento de los viajes comerciales en trenes de Alta Velocidad. Al día siguiente de los fastos de la inauguración, de los buenos deseos de éxito del servicio, y de las promesas de mejorar una infraestructura que está lejos de estar terminadas, los primeros usuarios dieron sentido a tantos años de espera para poder venir, no ya en AVE, en tren a Granada. Ahora ha pasado un año y el panorama que tenemos delante era inimaginable hace un año. La provincia ha perdido servicios con Madrid, Barcelona y Sevilla, y no ha podido poner otros en marcha como el de Málaga. La culpa es del Covid. Las cosas iban relativamente bien hasta el estado de alarma, pero una vez se ha levantado el veto, la pregunta es cuándo se retomará lo que había y cuándo empezarán los nuevos trenes prometidos. Es entendible que Renfe aguarde a la movilidad, que esté ojo avizor a los rebrotes, pero tampoco se entiende que ante esta escasez de servicios no se pongan más para fomentar la movilidad, y sobre todo a precios que incentiven esa demanda de la que tanto dependen ahora.

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