En estos tiempos revueltos, la polémica y los casos sobre diversos Máster que han afectado a la Universidad Rey Juan Carlos han sembrado dudas generalizas sobre los controles de calidad en la Universidad española.

Seguramente, las dudas generalizadas sobre la Universidad española son tan injustas como suelen ser cuando se refieren a cualquier otro sector o actividad. Pero es así desgraciadamente. Así son los tiempos revueltos que vivimos: tiempos de simplificación y de predominio de los estereotipos.

La Universidad es una institución de una importancia estratégica para la sociedad; siempre ha sido así. Es por eso que merece la pena trabajar de manera constante por establecer mecanismos de control de calidad que ofrezcan garantías a la sociedad. Más aún en el caso de la Universidad pública. Necesitamos una Universidad pública fuerte para que nuestra sociedad pueda ganar con garantías los desafíos de futuro con los que de manera constante nos vamos enfrentando.

Por eso, estas polémicas deben ser zanjadas con decisiones que den garantías y seguridad para el conjunto de la sociedad. Y aunque fuera injusto (seguro que lo es) generalizar las dudas sobre la calidad y los controles de equidad al hilo de los casos que se han puesto de manifiesto en estos últimos tiempos, ello no debería conllevar una actitud pasiva y defensiva por parte de las autoridades universitarias. Al contrario, aprovechemos la oportunidad para dar seguridad a nuestra sociedad. Pongamos en evidencia las buenas prácticas que existen y, en su caso, extiéndanse.

Algunos jóvenes adolescentes me han trasladado estos días su preocupación y su inquietud sobre la necesidad de hacer reformas en el ámbito educativo para asegurar calidad en el sistema público y actualizar metodología y procedimientos acordes con los tiempos actuales. Por eso, creo que las reformas necesitan tener en cuenta a los estudiantes que en muchos aspectos van por delante de las generaciones de más edad.

Muchos ámbitos de la gestión de instituciones públicas están en cuestión. Sobre todo, porque hay una crisis de crecimiento por los cambios tecnológicos y por la globalización. La Universidad tiene un desafío de enorme magnitud derivado de esta nueva revolución ligada a nuevos conocimientos y nuevas tecnologías que desembocan en espacios de inteligencia artificial que van a generar nuevos roles profesionales al ser humano en los que la Universidad debe estar en vanguardia.

Las polémicas actuales debemos ponerlas en su justo término para no cometer la injusticia de la generalización. Pero hemos de aprovechar la oportunidad para dar el salto necesario. Defendiendo la Universidad pública y pidiendo a la Universidad que se defienda con hechos y decisiones que nos den garantías al conjunto de la sociedad.

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