Dejan de lado a Granada

La inmensa mayoría de nuestro turismo viene de turoperadores, un mercado que, a la mínima, desvía los flujos a otras zonas

Si se ha acabado con la reventa de las entradas al conjunto de la Alhambra, al precio real de una caída del 20% de Granada como destino turístico, posiblemente se haya acabado con una práctica inconveniente, desde luego infinitamente menor de lo que ha venido sosteniendo el Patronato de la Alhambra, tras el cierto ridículo que hicieron -el Patronato y la Junta de Sevilla- ante los tribunales de Justicia -recuérdese la mínima sentencia del CasoAlhambra- y, además, a un precio brutal. Así sería mucho peor el remedio que la enfermedad.

Un descenso, una huida del 20% del turismo que viene a Granada a través de turoperadores, podría significar, a medio plazo, una auténtica hecatombe para el sector, de ser cierta esa cifra, que la da quien comienza a padecer la pérdida económica -la Federación Provincial de Hostelería- razón por la que no tendría por qué mentir, pues sería el primer damnificado de una cadena que tendría su fin en el incremento de las colas del paro -eufemísticamente el desempleo- en Granada.

La inmensa mayoría del turismo a Granada -especialmente a la Alhambra- viene de la mano de turoperadores internacionales. Se trata, pues, de un mercado muy organizado y en manos de empresarios que, a la menor muestra de complicaciones evitables, desvían los flujos turísticos hacia zonas o ciudades más amables, por menos problemáticas en el trato. A esas empresas, cuyo campo de operaciones es el mundo entero, el enfrentamiento con dificultades evitables, por mínimas que sean, les invita a modificar las campañas de destinos.

El problema será más acuciante entre aquellos que viven de la hostelería y el turismo. Hoteles, restaurantes, transportes locales, servicios profesionales de guías, comercio asociado a estas actividades y un largo etcétera, al que han de unirse los trabajadores de todos esos servicios empresariales, pueden ser los que de verdad vengan a padecer, en primera instancia, el golpe por el descenso de la actividad, casi exclusiva en Granada.

De muy poco servirían las campañas del Patronato Provincial de Turismo, que viene utilizando la Alhambra, desde hace muchos años, casi monotemáticamente, como reclamo mundial. Y de poco los esfuerzos de empresarios en las ferias internacionales, si persiste tanto requisito nominativo o identificativo para la obtención de entradas para la Alhambra. Restablecer lo perdido podría ser labor de años. A lo peor el Patronato, en su afán de modernidad, ha acabado haciendo un pan como unas tortas. Está claro que es menester mucho más diálogo. ¿O no?

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