Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Deje lo de 'Jalogüín'

No sea reaccionario y no se cebe escribiendo en sus 'whastapp' y entradas de Facebook 'Jalogüin' en vez de 'Halloween'

Pasado mañana a mediodía, quien no tenga un planazo es un pringao, por utilizar dos términos contemporáneos. Sobre todo planazo: ponga un planazo en su vida, y sobre todo póngalo en sus redes sociales. Lo que no se comparte con propios y extraños, no existe. Si usted, pongamos por caso, va a hacer uso de su dudosamente rentable segunda vivienda, no se venga abajo: usted no tiene una enfermedad (social), sólo tiene una edad. Un puente a primero de mes, como el que viene, tiene implicaciones socioeconómicas jugosas.

Un puente -este, en puridad, no lo es, porque no incluye un día laborable de gañote- puede suponer un chaparrón de ventas para el comercio en general y para la hostelería en particular; para las gasolineras, también para los grandes almacenes y los centros comerciales. El negocio de los centros comerciales, por cierto, se da mucha traza de un cuartel remoto en el que hay poco rancho para tanta tropa. O de un Serengueti superpoblado y con agua menguante. Veremos.

El consumo de inicios de mes sigue pautas muy microeconómicas, y responde a un concepto llamado propensión marginal al consumo, que es mayor cuanto mayor sea la renta disponible del homo economicus (o mulier): cuanta más alegría tenemos en el bolsillo, más gastamos y con menor racionalidad. Viva la vida, que son dos días. El dinerito fresco en la cuenta a primeros de mes es cosa muy de quien tiene una nómina, casi veinte millones de españoles, o sea, la gran mayoría de la población activa. Son días para consumar el comprón de 200 concentrado en una cadena de nuestros amores y fidelidades consumidoras, de los cuales no menos de un 20% es superfluo, por no mencionar la otra desertización: la del comercio de barrio y cercanía, cuya fidelidad o abandono por parte del vecino dice mucho de su agudeza o miopía como ciudadano. Diría que como madre o padre, también.

Usted, y vuelvo a usted, provecto amigo que peina canas o se las tiñe, no va a participar en la nueva estrella de este puente de muertos y santos: Halloween. Y hace bien; a mí me tendrían que disfrazar amarrado y harto de pipermín. Pero no sea reaccionario, no despotrique con dignidad de viejo cristiano, acepte que la vida cambia, y no se cebe escribiendo en sus whastapp y entradas de Facebook Jalogüin, de rancias maneras. Tuvo su aquel hace años, era una resistencia estética con cierto sentido. Y no le corte el punto a su hijo a su nieto. No sea sieso y pida otra de chacina serrana (lo siento, yo me resisto a lo de ibérico: llámeme rancio y puretón).

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