Democracia en Granada

Un alcalde más un concejal con 25 concejales que han manifestado que no le apoyan no es lógico

Una cosa es lo legal y otra lo moral. Dicho de otra manera: hay situaciones que aún siendo legales, no caben en la lógica cultural y de valores sociales prevalentes en la sociedad. Y lo que está pasando en Granada con la resistencia del actual alcalde a dejar su actual cargo, entra de lleno en este concepto.

En democracia, lo razonable, lo moral, lo que más respeta a los valores sociales prevalentes es que se gobierna si se tiene la mayoría. Un alcalde más un concejal con 25 concejales que han manifestado que no le apoyan es algo que no es lógico. No es, tampoco, aceptable.

Quien quiera argumentar que a pesar de esta circunstancia anómala la ciudad sigue funcionando, ni dice la verdad, ni respeta el espíritu democrático con el que debe abordarse la gestión de un ayuntamiento. La ciudad no sigue funcionando con normalidad cuando (por ejemplo) hay expedientes administrativos pendientes de firma o de tramitación por la ausencia de concejales responsables de área o cuando (con seguridad) algunas iniciativas empresariales y de emprendedores están pendientes de desarrollo en Granada o en otros lugares en función de lo que pase en el ayuntamiento.

Es aún más lamentable constatar que estas actitudes, promovidas por quienes se autoproclamaron como aquellos demócratas que venían a mejorar y limpiar la política y la democracia, alimentan los argumentos que ofrecen aquellos que no creen en la democracia.

No me refiero a los ciudadanos de buena voluntad que creen sinceramente que "todos los políticos son iguales o todos los partidos son igual de responsables"; me refiero a los grupos que aprovechan esa afirmación genérica para que no se les note que en realidad no quieren democracia. Y las actitudes del alcalde y del concejal que le apoya, contribuyen a dar coartada a los antidemocratas.

Es por todo esto que conviene reclamar una solución urgente a esta parálisis institucional que solo sería digna con una dimisión sin contrapartidas ni nuevos cargos. Y con petición sincera de perdón por los daños producidos. Lamentable situación, sin duda.

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