La pandemia arrecia, los confinamientos se barruntan, los niños vuelven al cole, y el invierno empieza a anunciarse con un otoño que ya ha aparecido. El año se viene por delante con las consecuencias de una crisis del coronavirus que persiste cabezona y descorazonadora, creando más crispación de la que ya había en un debate político incapaz de blandir el arma de la ciencia para apartar filias y fobias. El ambiente es casi irrespirable, por mucho que se peatonalicen calles del centro, ya que la medida cuenta con el contrapunto de la eliminación temporal de los carriles Covid, que algunos desean locamente quitar para volver... a los mismos atascos que ya había. Por eso el deporte acude al rescate para darnos unos días de mirar pantallas y animarnos. Está este tardío Tour de Francia con la NBA completando el menú, y el fútbol, ese fútbol en el que anhelamos oler a césped y abrazar al del asiento de al lado con ese gol del Granada que ayer hizo historia (otra vez) pasando de ronda en Albania. Y con qué suficiencia. Este equipo es la mejor marca que tenemos en la provincia.

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