La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Derechizarse

Cuando la derecha no actúa la crucifican por 'maricomplejín', pero si decide proponer nuevas rutas la llaman de todo

Son tan vigilantes de la esencia que están constantemente pasando el algodón ideológico a todo lo que se mueve más allá de sus izquierdas. Es tan completo su totalitarismo que se permiten el lujo de decir desde la izquierda quién tiene que liderar la derecha. De sus carencias como gobernantes prefieren hablar menos.

Los guardianes de la Vía Apia izquierdista llaman derechizarse a todo aquello que esté fuera de sus círculos y casas del pueblo. Crear paro y déficit es lo progresista. No perdonan ni tienen consideración del derechista, por muy demócrata que se muestre, porque no les promete pleitesía eterna, ni siquiera devoción temporal. Que haya quien les plante cara desde las ideas distintas y caminos diversos es motivo de alboroto. Los más modernos lo llaman escrache, pero sigue siendo acoso.

Tras la victoria de Pablo Casado en las primarias del PP, han salido en fila y uniformes, con garras de dóberman indomable, a meter miedo a los impuros y liberales vástagos del capitalismo. Son tan intolerantes como aquellos que supusieron impostado que Pedro Sánchez ganara su congreso con un discurso socialista. Acusan de derechizarse al PP, como si Pablo no supiera distinguir entre afiliados, compromisarios y votantes.

Cuando la derecha no actúa la crucifican por maricomplejín; pero si decide proponer nuevas rutas asociadas a su credo, con serena devoción a los principios que la inspiran sociológica y políticamente vistos, la llaman de todo. "Cavernícola" y "facha" son los adjetivos que destacan en el ranking. En el fondo se están autodefiniendo.

Les falta acusar a los afiliados del PP de irreverentes a los principios de Mao, Lenin, Hoxha o Fidel por no haber puesto un revolucionario hijo de la izquierda del pueblo a dirigir también a los 'populares'. No les van a perdonar fácilmente que hayan escogido a un líder joven y conservador para liderar a un partido de centro derecha. Celia Villalobos tampoco. Lo preferirían de izquierdas.

No transigen con esa descarada afrenta a la que llaman derechizarse, porque el PP quiere bajar impuestos; poner encima de la mesa medidas para proteger a las familias; y defender a España como nación indisoluble. Los vigías de la revolución de cachemir desentierran a Franco con la misma soltura con la que quieren enterrar a Pablo Casado como nuevo líder del PP.

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