Derecho al pataleo

Los que representan en este país a esa izquierda montaraz han sido incapaces de asumir la decisión de los andaluces al votar

No deja de resultar una actitud inquietantemente parecida a algunas de las acontecidas en el transcurso de la segunda república española, ésta del partido de Podemos liderada, cómo no, por Pablo Iglesias, incitando a la ciudadanía de izquierda radical -la que este partido representa- a manifestarse en las calles, para reprobar el ascenso electoral del partido que ellos califican; sin serlo ni ideológica, ni programática ni prácticamente; como fascista, en las últimas elecciones al Parlamento de Andalucía. Es decir, el ascenso de Vox, que sí es, en cambio, una derecha tan radical como constitucional. Y por lo tanto legítima.

Curiosamente y desde que la autonomía andaluza existe, la voluntad popular ha venido determinando que los sucesivos gobiernos autonómicos lo sean de izquierda y siempre, ininterrumpidamente hasta ahora, de la mano del Partido Socialista de Andalucía a veces ayudados por los radicales comunistas. Esa circunstancia nunca ha provocado ni airada, ni callejera protesta de los partidos de centro ni de derecha. El gesto ha sido siempre el de acatar la decisión mayoritaria obtenida de las urnas, sin mayor vociferio, escandalera ni algarabía. Las credenciales democráticas deben de exhibirse así: acatando las decisiones de las mayorías.

Cuando éstas no se acatan, entiéndese que debe de ser porque no se es demócrata. No se olvide que la historia y -por tanto- la experiencia nos enseña que esa izquierda radical y exaltada que representa Podemos y que es la heredera del comunismo que propició, a través de la práctica política bolchevique, la subyugación de millones de ciudadanos a los que privó de libertad y luego de la propia vida en la que se llamó Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, momentos históricos en que quedó claro -y para muchos años- que la democracia no existía y que la llamada dictadura del proletariado no era sino la voluntad de los dirigentes de aquel partido único, que solían acceder al liderazgo del mismo asesinándose los unos a los otros, como hoy parece que sucede, también, en el chavismo de Venezuela.

Los que representan en este país a esa izquierda montaraz -Podemos- han sido, en estos días, incapaces de asumir, con naturalidad y madurez necesarias, la decisión de los andaluces a la hora de votar, mayoritariamente, propuestas de derecha; poniendo límite al poder de la izquierda; y han provocado sendas manifestaciones en Sevilla, Málaga y Granada que, supongo, hemos de considerar como un derecho al pataleo. Y que se quede ahí la cosa. ¿O no?

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