La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Descayetanizarse

Viene demostrándose a menudo cómo impera el eslogan de la media verdad como algo muy útil para ganar espacio electoral

En política la verdad es enemigo de lo mejor. Decir las cosas con la descarnada realidad que presentan es propio de quien antepone su honradez personal a su ambición electoral. La pregunta es si a un político le interesa más su honestidad que ser elegido. Seguro que las respuestas que genere tal debate son tan distintas como superfluas, tan diferentes como pasión militante desborden los afectos y desafectos.

Viene demostrándose a menudo cómo impera el eslogan de la media verdad como algo muy útil para ganar espacio electoral. Es un lugar del escenario político que pretende vestir las cosas con el disfraz feliz del color rosa, más simpático que el gris oscuro, casi negro, de la acuciante realidad. Que el primer vistazo haga digerible el mensaje ya desde el primer sorbo. "Salimos más fuertes", "Juntos lo venceremos", "España en la Champions de la economía", "Brotes verdes", "Andalucía imparable", "España va bien", y un sinfín de ejemplos. La política actual, nos guste o no, está en manos de la publicidad y la propaganda. De una buena campaña comercial, más que de los diferentes programas, dependen los buenos resultados.

De ahí que quienes dicen las cosas con la fiereza que requiere la situación, sin concesiones al relato oficial impuesto, sin amagar a la verdad ninguno de sus tintes, sean automáticamente pintarrajeadas por el pensamiento políticamente correcto, con delicadas, abruptas o soeces ofensas variadas, no por ser honestos con sus ideas, sino por truncar bruscamente la arcadia feliz de unos electores, que prefieren oír simplezas antes que la antipática crudeza del paisaje.

Cuando llegue la razón habrá pasado ya tanto tiempo para la débil memoria del elector, que será una inútil y poco pragmática victoria, porque, entonces, las verdades y las mentiras posiblemente sean otras, nuevas y recientes. Sirvan de ejemplo del trágala el procés catalá, o aquel debate entre Solbes y Pizarro en 2008, en el que don Pedro dijo las simpáticas mentiras del candidato gubernamental y don Manuel la elocuente y documentada verdad del honesto candidato de la oposición. Ya saben el resultado de aquella actuación televisada. Y las consecuencias también.

Y en eso está este PP, ruta Feijoo, en descayetanizarse para ser electoralmente más atractivo y crear simpatía entre quienes hoy manifiestan rechazo a sus siglas. Darle a la palabra otro tono, quitarle ruido innecesario y revestir la realidad con un discurso más amable. El centro es eso, ¿no?

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