Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Desconcierto

Negar los conciertos significaría dejar en jaque a familias que distan mucho de ser los burgueses que pinta Podemos

Era cuestión de tiempo (algo nos dice la experiencia al respecto) que tras el acuerdo de Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se lanzara alguna advertencia a la educación concertada para que vaya haciendo las maletas, aunque lo cierto es que en esta ocasión no han tenido ni la cortesía de esperar a que termináramos el café, lo que seguramente deja en evidencia algunas debilidades no pequeñas del pacto. Al menos, en esta ocasión han tenido la deferencia de dejar claro el mensaje y no andarse con medias tintas: fue Isabel Celaá, y no cualquiera, quien afirmó que el derecho a la elección de una educación religiosa no emana de la Constitución. Y esto, hablando en plata, quiere decir que quien quiera educar a sus hijos a la sombra de un determinado credo, mejor vaya preparando la cartera. Y, bueno, difícilmente se puede ser más cínico cuando fue un anterior Gobierno socialista el que acudió a los conciertos cuando se encontró con que no podía garantizar una educación pública a toda la población. Así que cabría preguntar: de acuerdo, dado que no puedo asumir ese gasto inscribiré a mis hijos en un centro público. Pero, ¿en cuál? Porque en nuestro barrio no hay plazas. ¿Van a obligarnos a hacer diez kilómetros cada día? ¿Van a construir los colegios públicos que harían falta? ¿Nos lo prometen? ¿Sí? ¿De verdad?

Aunque, ya puestos, podríamos preguntar más cosas: ¿por qué dan por hecho que si llevo a mis hijos a un centro concertado lo hago, expresamente, por su titularidad religiosa? Es un motivo bien digno de respeto, pero ¿saben que en los centros concertados se hace algo más que rezar al empezar las clases? Supongo que sí, ¿no? ¿Saben que algunos de los mejores equipos pedagógicos trabajan en centros concertados? ¿Saben que algunos de los programas más interesantes de mediación, integración, atención a la diversidad y convivencia se dan lugar en este tipo de colegios? ¿Igual, exactamente igual que en los centros públicos más punteros al respecto? Sí que lo saben, claro; pero mola un montón hacerse el cínico cuando se trata de parecer muy de izquierdas para ganarse las simpatías de los aliados. Porque Celaá y otros muchos también saben que los conciertos son un servicio público, y que negarlo significaría dejar en jaque a un montón de familias que distan mucho de ser los capitalistas burgueses que pinta Podemos. Pero un pacto bien vale tal traición.

Cuestión aparte es la tentación recurrente a dejar la dimensión religiosa de los ciudadanos fuera de lo público, cual motivo de vergüenza. Prueben una asimilación racional y crítica. Verán qué sorpresa.

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