Desesperanza

El sistema electoral de 1978 no sirve para el momento actual, ni por el sistema de partidos ni por la clase política

Qué podemos esperar de las próximas elecciones convocadas, al fin, por el más ególatra presidente que ha conocido la democracia española? Pues mi respuesta, ya está anunciada en el mismo titular de la presente columna. No espero nada y más bien auguro más tazones del mismo caldo, casi doble ración. Y les doy mis razones. Resumidamente dos.

La primera es la combinación del sistema electoral con el fraccionamiento actual de fuerzas políticas. El sistema electoral por el que se rigen las elecciones, no modificado desde 1978, fue diseñado para evitar unas grandes mayorías o al menos para que alcanzarlas fuera bastante difícil. De hecho, solo en cuatro de las trece elecciones generales obtuvo un partido mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados (dos el PSOE y dos el PP). Y ahora añadamos que por la derecha y la izquierda no se presenta un solo partido sino al menos dos o quizás tres. Y recordemos que UCD (aquello de Unión del Centro Democrático) nunca ganó claramente unas elecciones. ¿Y cuál era la solución para los gobiernos en minoría?

Se llamó consenso en los tiempos de la Transición y de los gobiernos de Adolfo Suárez, la prehistoria dicen algunos, o incluso otros, tan democráticos como los herederos de Lenin, le llaman franquismo. Y luego tanto con socialistas como con populares la solución era pactar con nacionalistas vascos y catalanes. ¿Es esa la esperanza que debemos detener para solucionar los problemas de toda la nación? ¿Quién traicionó a Rajoy una semana después de aprobar los presupuestos por los que nos regimos? ¿Y quién no ha votado los presupuestos de Sánchez?

¿Hemos de aceptar que partidos que solo han pensado en sus particularísimos y legítimos, por supuesto, intereses sean los que pongan y quiten presidentes de todos los españoles? Pues con el actual sistema electoral no hay otra. Y no hay otra, además, porque la posibilidad de consenso entre la clase política española me presenta aún menos esperanza, segunda razón y quizás más importante. El sistema electoral de 1978 era útil para una época y una clase política de otra época y creo no sirve para el momento actual, ni por el sistema de partidos vigente ni, sobre todo, por la clase política que nos representa.

Me desalienta pensar que todo pueda volver a depender de aquellos que dicen que España ni es democracia ni es social y que las últimas décadas han sido una farsa. Vale.

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