Balsas de piedra

ANTONIO DAPONTE

Desvelos

Si las fuerzas progresistas quieren volver a ser dominantes deberán primero "crear" la riqueza que pretenden repartir

Quienes tengan hijos o hijas en edad de decidir la profesión a la que se dedicarán en su vida tienen un problema de difícil solución. Para la generación del baby boom, estudiar -y, si se podía, hacer una carrera universitaria- fue la apuesta de muchísimas familias para garantizar un futuro de prosperidad a los hijos. El tiempo les ha dado la razón. Pero, hoy en día, la revolución neoliberal ha creado otras condiciones.

A la vista del aumento de la esperanza de vida y la intensidad de los cambios tecnológicos, que hacen rápidamente obsoletas muchas actividades profesionales, hace ya medio siglo que algunos expertos predecían que las personas tendrían que cambiar de carrera profesional varias veces a lo largo de la vida.

Por otra parte, ya no hay trabajo para todos, así que tenemos desempleo permanente. Además, un porcentaje enorme de los empleos disponibles se realizan bajo el formato de las más variadas formas de precariedad e inseguridad laboral. Al mismo tiempo, en este mundo globalizado, los empleos de todos y todas compiten en costes con los de otras latitudes. Así que en muchos casos los salarios dan para ir tirando, y poco más.

Ante este panorama, las derechas sociales y políticas, consecuentes con su ideología, han apostado por la solución individual: que las familias resuelvan por sí solas y según sus capacidades. De ahí su apuesta por el capital, que para una mayoría de las familias es el patrimonio: si el empleo ya no garantiza la prosperidad en la vida de los hijos, el patrimonio familiar puede darles una ventaja considerable. Lo que explica que eliminar los impuestos sobre herencias y patrimonios sea su gran reclamo electoral.

Los progresistas, cuyos valores y su modelo de sociedad se forjaron en buena medida en la lucha por dignificar el trabajo, no han conseguido articular una estrategia viable en el contexto neoliberal que nos domina. En las últimas décadas se han concentrado en "repartir" desde servicios públicos a derechos e identidades, pero no han encontrado la manera de articular el valor del trabajo y su papel en nuestra sociedad. Dos ideas, la semana laboral de cuatro días y algún formato de renta básica, son factores que deben estar en su ecuación. Pero, si las fuerzas progresistas pretenden volver a ser dominantes en esta España, deberán primero "crear" la riqueza que pretenden repartir.

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