Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

¡Diablo de chips!

Colón por los suelos, 'Lo que el viento se llevó', censurada, y el demonio de informático de guardia. ¡Normalidad!

Si no podemos cambiar el mundo, llorémoslo. Primera fase. Así ha sido en los últimos años, gracias a las redes sociales. Quejas, insultos, noticias de lo mal que está el mundo y denuncia de los responsables del desaguisado. Refugiados, crímenes racistas de la policía, ahogando a un hombre negro, policías golpeando a independentistas catalanes, Marlaska en la Sexta, con asesinatos a tutiplén. Sangre, vísceras, violencia. ¿Positivo o negativo? ¿Han evitado más abusos de los que han contribuido a hacer habituales, catárticos, asimilables? ¿Quién lo sabe? Este columnista, no. Segunda fase: si no podemos transformar el presente, hagámoslo con el pasado; reescribámoslo, corrijámoslo, ajustémosle las cuentas. Teresa Jiménez quiere bajar a Colón de su pedestal, como cabeza visible de las atrocidades que se cometieron en América, tras su descubrimiento. Buceemos, asimismo, en la Prehistoria, sin apenas datos, para rastrear comportamientos de género y subsanar el sesgo androcéntrico de los estudios que se ocupan más de lo masculino que de lo femenino en las sociedades ágrafas. Miremos a la edad de piedra neutralmente, valorando por igual lo masculino y lo femenino. Tercera fase: si no nos dejan reescribir el pasado, carguémonos todas las huellas que la violencia, la opresión y el abuso dejaron en el arte. Si no podemos acabar con el asesinato de negros por la policía, por lo menos que el racismo no asome en las películas. Censurada Lo que el viento se llevó y, ¿por qué no?, Amanece que no es poco, donde un campesino inculto grita asustado: "¡Coño, el negro!". Cubramos el horror con la engañosa capa del lenguaje políticamente correcto, en lugar de acabar con sus causas. Y si, pese a todos nuestros intentos de borrar el mal desde su origen, fallamos, recurramos, como el rector de la Universidad Católica de Murcia, a la magia. Lo que nos pasa, según el rector Mendoza, es que el demonio, como león rugiente, sigue dando vueltas a nuestro alrededor para devorarnos. Es el maligno, el anticristo, que vía vacuna antivirus, terminará incrustando un chip en nuestro genoma, para hacerse con nuestras voluntades y ganarnos para el mal. Van a tener que abrir otra vez las puertas del infierno, que lleva una temporada cerrado por pirólisis, para albergar a la legión de endemoniados, condenados al fuego eterno por culpa de un chip del diablo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios