Cambia, todo cambia

Diálogo en Granada

Podría ser el escenario de los primeros acuerdos para desatascar el diseño territorial de España

Después de lo que está sucediendo en nuestro país no me van a encontrar en los bandos de quienes piensan que cuanto peor mejor. Aunque la regla tiene sus excepciones, en este caso es evidente que si las cosas siguen poniéndose mal, se pondrán cada vez peor para las grandes mayorías de Cataluña y del resto del Estado.

Las imágenes del pasado domingo describen por sí solas esta realidad, sobre todo las que muestran a personas mayores sangrando por los porrazos de la policía, algo inadmisible en una democracia. Pero no voy a repetir los miles de argumentos que se han escuchado en estos días sobre los errores de uno y otro lado o sobre los agravios que cada cual pueda tener. Creo por el contrario que la mayoría de personas razonables de este país debemos propiciar que el Gobierno del Estado y la Generalitat de Cataluña se sienten a dialogar. Una vez que hasta el Jefe del Estado ha renunciado a su obligación mediadora, no nos queda otra que demostrar que en este país somos gente de paz y que con el tiempo hemos aprendido y hemos demostrado que el diálogo es la mejor opción para resolver los conflictos.

Y como siempre, afortunadamente, alguien preguntará, ¿y Granada qué? Pues Granada debería ser uno de los lugares donde este diálogo se llevara a cabo. Andalucía debe jugar un papel fundamental en el debate constituyente que de una u otra manera se producirá en nuestro país, así que para empezar, Granada, que también tiene mucho que decir en la adaptación de nuestra Constitución al Siglo XXI, podría ser el escenario de los primeros acuerdos para desatascar uno de sus nudos gordianos: el diseño territorial de España y la posibilidad de que una parte decida democráticamente participar en este nuevo Estado como sinceramente prefiero, o asociarse a él de otra manera.

Nuestra identidad es la diversidad y lo más valioso de nuestra ciudad es el resultado de la convivencia de personas y comunidades de orígenes muy diferentes, algo característico de la cultura mediterránea que compartimos con tantas gentes cercanas y lejanas. Granada tiene una relación histórica con Cataluña, tanto en el ámbito cultural y académico, como en el ámbito familiar gracias entre otras, a las miles de personas que han emigrado a aquella tierra. Es evidente que antes de que la situación empeore, el diálogo debería darse en España con los apoyos internacionales que sean necesarios, y Granada puede ser ese lugar donde se acabe la espiral del conflicto y empiece a funcionar la política.

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