La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Díaz Ayuso da siempre la nota

Intentar salvar la Navidad fue un error; intentarlo con la Semana Santa, también: sólo así podremos salvar el verano

El Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas han alcanzado un acuerdo bastante sensato y razonable sobre la Semana Santa. Consiste en mantener el toque de queda, las restricciones a la movilidad y la interacción social, y la limitación de reuniones. Todas las comunidades excepto Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso pretende abrir la mano.

El pacto nace de la opinión prácticamente unánime de los expertos y de la experiencia de todas las autoridades políticas y sanitarias: cuando se rebajaron las medidas restrictivas para aquello tan loable de salvar la Navidad, la pandemia registró la tercera oleada, insoportable, que aún estamos padeciendo. Se comprende el drama de muchísimos españoles que ven arruinarse sus negocios y perder sus empleos -a los que urge recibir ayudas directas del Estado en esta cruel coyuntura-, pero resulta prioritario preservar el derecho a la salud y a la vida de todos los españoles, golpeados por el coronavirus.

Desde el inicio de la pandemia, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha mantenido una actitud completamente discordante de la del Ministerio de Sanidad. Acertó en varias ocasiones porque las improvisaciones, rectificaciones y mentiras de Illa y Simón durante los primeros meses de la enfermedad causaron mucho daño. Pero una vez que han asumido esos errores y puesto en marcha las medidas que la experiencia, propia y extranjera, han desvelado como las mejores, o las menos malas, no se entiende la actuación empecinada y a la contra de Díaz Ayuso. No se entiende más que desde la autoconvicción de que ella tiene que ejercer de contrapoder del Gobierno de la nación, como una especie de instancia alternativa a la mayoritaria en todo el país. Pero su gestión no la avala, sino todo lo contrario. Madrid está a la cabeza de los contagios desde hace tiempo. Por motivos puramente partidistas no quiere dar su brazo a torcer. Eso es malo para los madrileños, y también para al resto de los españoles. Bajar la guardia en Madrid significa estropear las alertas de las demás comunidades. No es una región aislada precisamente. No puede haber burbujas.

Intentar salvar la Navidad fue un grave error. Los hechos lo demuestran. Intentar salvar la Semana Santa sería reincidente. Sacrificarla podría servir, intensificando la vacunación al máximo, para salvar el verano. Es decir, la hostelería, los viajes, el ocio. Quizás el principio de la recuperación real.

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