Los problemas por los que atraviesan muchos pueblos de la provincia, carentes de algo tan básico como una tienda, exigen una solución urgente, pero las prisas no son buenas consejeras. La idea de Diputación de favorecer la apertura de estos establecimientos es loable, pero choca de frente contra el mismo problema que se quiere solucionar: si no hay gente, esos negocios no son rentables y terminarán por cerrar. La España vaciada es un tema delicado, dentro y fuera de la provincia, por eso su solución, aunque necesaria, necesita calma para que llegue a buen puerto.

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