Dios aprieta, pero no ahoga

Quizás la despedida leal esté dirigida a esa otra parte del país que lo comprende

Dios aprieta, pero no ahoga", decía mi padre. A unos aprieta con más fuerza que a otros, eso es un hecho. Su majestad el Rey emérito ha esperado apenas unos meses para volver a respirar, para sentir un grato alivio en la garganta. Se ha ido. Como antes se fuera su padre y antes su abuelo. Un clásico de los borbones: tomar las de Villadiego. "Una decisión que tomo con profundo sentimiento, pero con gran serenidad". No hay duda. Como en casa en ningún sitio. La carta de despedida está dirigida al Rey, no al pueblo español, en un alarde de pretendida emotividad que recuerda mucho al tono del famoso "Lo siento. No volverá a ocurrir".

"He sido Rey de España durante casi cuarenta años y, durante todos ellos, siempre he querido lo mejor para España y para la Corona". Aunque parece que sus buenos deseos se inclinaron más del lado de la Corona que del lado de España, pues nada se sabe de ese dinero que contaba, supuestamente (adverbio muy necesario aquí), en una máquina.

"Con mi lealtad de siempre". Despide la carta. ¿Lealtad hacia el Rey, su hijo, hacia España? Estaría bien, entonces, que devolviera a las arcas del estado ese dinero repartido supuestamente (adverbio muy necesario aquí) por diferentes paraísos fiscales. Un dinero que, deseando lo mejor para España, como asegura en la carta, vendría a paliar un tanto la ruina y la desgracia que ha arrastrado tras de sí este virus y otras tantas indignidades. Un dinero que podría servir para que los más desfavorecidos sintieran que finalmente Dios, aunque apriete, no terminará ahogándoles. Quizás la despedida leal esté dirigida a esa otra parte del país que lo comprende. Unos, antiguos amigos, familiares políticos próximos, en prisión; otros, con más suerte, deambulan tranquilos entre el "casoplón" de la playa, la buhardilla de la montaña y la travesía en catamarán, ojo siempre avizor. Lealtad sólo hacia aquellos que sienten cómo algo terrible se ha roto en este país. Que lloran no tanto el hecho del delito, supuestamente (adverbio muy necesario aquí), como el hecho de que el delito haya sido descubierto. Aquellos con los que compartió la despedida. Españoles leales. Leal, según el diccionario de la RAE, en su quinta acepción: "Dicho en caballería: que no es falso". Váyase su majestad con Dios.

Y una vez más Lilith, Pandora, Eva, Salomé…, la causante de tanta desgracia.

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