La gran mayoría ya pensaba que un requeté era simplemente una tapa exquisita de atún o melva con un pimiento rojo por encima, un manjar que chorrea en la boca de los granadinos. Pero, resulta que todavía hay requetés de los otros, de los de las boinas rojas que anhelan un pasado poco glorioso y se quedaron en aquello de "Dios, patria y Franco". Parece increíble que por un lado y por otro, por el costado y por el recostado, la sociedad se haya empeñado constantemente y machaconamente en retrotraerse a un pasado poco útil. Más aún en unos tiempos en los que las patrias son conceptos difíciles de ubicar, en los que supuestamente vivimos en un Estado laico pese a la mano siempre presente de las religiones por formar parte de la partida y en el que hay reyes que andan pidiendo clemencia y todo, absolutamente todo, depende del coronavirus. Por eso, sorprende que se convoquen actos de requetés en las tapias del cementerio que bastante tienen con lo que vieron y siguen viendo para celebrar algo que no pega ni con cola.

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