La ciudad y los días

Carlos Colón

Disparates e hipocresías

ESCRIBÍA ayer sobre el martes de gloria que han procurado a los socialistas las declaraciones de Aído, Zapatero y Blanco. Si Aído se despachó con lo de que un feto de 13 semanas es "un ser vivo, claro; lo que no podemos hablar es de ser humano porque eso no tiene ninguna base científica", Zapatero defendió que las menores de 18 años puedan abortar "sin interferencias" paternas: ante una "interferencia determinante" en la comunicación con los padres -dijo- las adolescentes deben tener la posibilidad de llevar adelante "su decisión" de abortar, porque "es un derecho de la mujer y debe primar la voluntad de la mujer". Llamar interferencia al amor, consejo y responsabilidad de los padres retrata al personaje.

Para no quedarse atrás, Blanco tachó ese martes negro de "hipócritas" las críticas a las propuestas socialistas sobre el aborto y la píldora poscoital. Especialmente las referidas a que las menores puedan recurrir a ambas sin conocimiento paterno y, en el segundo caso, hasta sin receta médica. Responsabilizando paradójicamente a esos mismos padres, que para Zapatero son una "interferencia", de lo que según él es el único problema al que las menores deberán hacer frente: "La falta de información y educación". Y rematando con esta perla: "Si una mayor de 16 años puede decidir casarse sin permiso y es madura para tener hijos sin permiso, pero no para interrumpir su embarazo, ¿qué hipocresía es ésta?". Cuando es evidente que si se casa o se queda embarazada con 16 años está demostrando, precisamente, falta de madurez. Apelar a la madurez para abortar sin conocimiento paterno o ingerir la píldora poscoital de quien debe hacerlo, precisamente, a causa de su inmadura imprevisión en el momento del coito es una perversa forma de retorcer los hechos. Responsabilizar a los padres, a la vez que se les despoja de la posibilidad de intervenir en la decisión de la menor, es una retorcida hipocresía. Y afirmar que la causa de que España sea el país con más embarazos no deseados son las actuales normas y la "moral hipócrita" es una desfasada mentira.

La hipocresía, señor Blanco, ya no es privilegio de la derecha rancia, del beato del "a Dios rogando y con el mazo dando" o del "trueno vestido de nazareno" machadiano. Ahora lo es también de los socialistas que, en la era ZP, se han hecho expertos en disfrazar de causa progresista las exigencias del consumismo más bárbaramente antihumano y antihumanista; traicionando así, como las crecientes discrepancias internas demuestran, los principios que hicieron la grandeza ética, cultural y educativa del socialismo español.

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