Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Diversificar

Habría que plantear por qué la idea de diversificar la economía se considera en España un insulto a la hostelería

El año pasado volví a una tienda de una marca de ropa que centra su producción, limitada y hasta cierto punto exclusiva, en una línea masculina muy definida. Tenía ya dos prendas de esta marca y decidí hacerme con una tercera, una camiseta que me gustó especialmente. Me la probé y, cuando fui a pagarla, le hice ver a la dependienta que había notado el tejido más consistente y de mayor calidad que en las dos prendas anteriores, y la joven me contó que habían cambiado de fabricante y que estaban "muy contentos". Al percibir mi interés, la susodicha me informó de que el anterior fabricante era una empresa china y, cuando le pregunté por el origen del nuevo, me respondió al instante: Portugal. Mi interés creció y, tras estrenar mi flamante camiseta, me puse a investigar. Resulta que no pocas firmas del sector textil, algunas bien conocidas, han abierto plantas de fabricación de sus prendas en Portugal en los últimos años o directamente han trasladado al país vecino las que tenían en otros lugares, principalmente asiáticos. Además, encontré un artículo publicado poco después del rescate portugués en el que varios expertos lusos defendían que, ante semejante desastre financiero, la opción preferible era diversificar los modelos de negocio para garantizar la llegada de inversiones desde distintos flancos.

La cuestión es que volví a Portugal el año pasado después de una larga temporada sin hacerlo y encontré tanto Lisboa como el Algarve a reventar de turistas, sin nada que envidiar a cualquiera de los focos destacados del turismo en España. Es decir, aquella apuesta por la diversificación de la economía formulada hace una década, que tal vez se había traducido en las nuevas plantas de producción textil como la que fabricó mi camiseta (en la que, por cierto, no distinguí una subida de precio respecto a las anteriores), no había mermado un ápice el crecimiento del turismo en Portugal. Al contrario: tal y como me confirmaron hosteleros, taxistas y otros implicados directos con los que pude hablar, el desarrollo había sido imparable y el número de visitantes se había multiplicado sólo en los cinco últimos años. Ahora, claro, la crisis del coronavirus ha paralizado el turismo, como en España. La diferencia es que Portugal podrá seguir fabricando y vendiendo camisetas. Y otras cosas, claro. Aunque sea por internet.

En todo caso, seguro que en Portugal hay ministros bocazas e inoportunos. Pero habría que preguntarse por qué allí se puede plantear la diversificación de la economía mientras que aquí eso se considera un insulto a la hostelería. En fin. El jefe manda.

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