La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Divertirse hasta morir

Achiquemos con prudencia y trabajo el agua que la actual política basura deja entrar o nos hundiremos

Hagamos lo que podamos con nuestro comportamiento cotidiano para paliar estas terribles circunstancias sanitarias, sociales, económicas y políticas. Procuremos cumplir con nuestro trabajo mejor que nunca. Intentemos ayudar a quienes podamos hacerlo. Y sigamos estrictamente las tres recomendaciones básicas: distancia, mascarilla y gel o lavado de manos frecuente.

Cuidarse ya no es sólo una forma sana de quererse -que también en la relación con nosotros mismos hay maltrato y relaciones tóxicas-, sino una forma de querer a los demás. Y en la situación actual hay que tener cuidado -permítanme recurrir a títulos de películas- con El beso de la muerte y el Amor que mata, porque se puede Morir de amor si no se controlan los excesos afectivos; hay que tener cuidado con las Amistades peligrosas de quienes no saben estar solos o con pocos amigos y sólo pueden divertirse en pelotón, y con lo que muchos entienden que es La dolce vita que produce, ahora más que nunca, frutos amargos.

Los negacionistas pasivos -que son quienes se apelotonan en bares, fiestas familiares o botellonas- y todos nosotros deberíamos leer el clásico de Neil Postman Divertirse hasta morir (ed. La Tempestad). Fue escrito en 1985, pero podría haberlo sido hoy. Bueno, en la era de las redes sumadas a la telebasura y la telepolítica lo sería aún más. Postnam vivió hasta 2003 y las conoció. Por eso sus últimos trabajos fueron sobre la educación y el abuso tecnológico (útiles también en estos momentos en los que se aprovechan las circunstancias para virtualizar la ya de por sí dañada enseñanza: "Al dar un repaso a lo que se dice sobre la educación -escribió-, me encuentro con que la mayor parte de las conversaciones discurre sobre los medios, raramente sobre los fines").

Política basura, telebasura, redes basura... Vuelvo a lo primero: en estas circunstancias la respuesta personal es lo esencial. La buena ciudadanía puede atenuar los efectos del mal gobierno. La higiene mental puede minimizar el impacto insalubre del entorno basura. "Los ciudadanos ven con asombro y temor cómo empiezan a aparecer fisuras en la España que tanto nos ha costado levantar" se escribía en nuestro editorial de ayer. Pues respondamos adaptando la frase de Nelson antes de Trafalgar: "España espera que cada ciudadano cumpla con su deber". Achiquemos el agua que los políticos dejan entrar o nos hundiremos.

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