La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Doble rasero

Todo para esconder que, en realidad, es la medida de la izquierda para no reconocer sus propias derrotas

Para el PSOE, que el centro derecha se ponga de acuerdo para impulsar un pacto de gobernabilidad es un retroceso. No contempla opinión despectiva alguna para lo suyo al pactar con los enemigos de España. Tanto buscar eslóganes para escaquearse de su mala gestión y no han encontrado aún ninguno que nos ayude a entender bien cómo definir en pocas palabras esos apoyos que reciben del mundo indepe y exterrorista para recaudar poltronas a cambio de tarifar a España.

Recolectemos: Pacto PSN/Geroa Bai/Bildu, en Navarra; PSC/JuntsxCat en la Diputación de Barcelona; PSC/CUP/Junts en Badalona; y el premio gordo pendiente con el que sueña Pedro Sánchez: ser investido con la abstención de ERC y Bildu en el Congreso de los Diputados, para poder seguir de Falcon en Falcon hasta el viaje final.

En el PSOE, y en las demás izquierdas también, no se guían por una lógica de la mayoría matemática sino por cierta intolerancia al rival político que no ocurre a la inversa. Cuando ellos pactan con los de la raza superior, ese indecente supremacismo catalán y vasco, esconden los acuerdos para evitar la luz de la transparencia. Lo hizo Sánchez con los 21 puntos acordados con Torra. Pareciera que lo democrático es que gobierne la izquierda y para la derecha quede el doble rasero de lo ilegítimo.

El alcalde de Madrid lo está viviendo en sus propias carnes, y también en la cartelería fullera con la que los nostálgicos de Carmena llaman al nuevo Primer Edil de Chamberí, Chueca y Lavapies: "Carapolla". Es la rabia hecha pública, el veneno que les hierve por no saber perder elecciones.

Incluso ser gay o lesbiana sin ser de izquierdas es motivo de doble rasero. Ya no cantan el "no nos mires, únete". Ahora los echan si no muestran el carné de sometimiento de su libre elección sexual al dictado del lobby LGTBI. Piden libertad negándosela con violentos escraches a homosexuales "disidentes". Sorprendente paradoja.

El doble rasero socialista es recurrente. ZP llamó "desaceleración" a la galopante crisis. Nada extraña que sus brotes rojos vuelquen hoy su peso mediático en deshacerse en elogios cuando Sánchez usa España para su muy personal interés, aunque para el interés del Estado eso sea un problema.

Las izquierdas amenazan con todos los venenos que el DRAE propone para deslegitimar los acuerdos cuando se producen fuera de su ámbito de influencia. Todo para esconder que, en realidad, el doble rasero es la medida de la izquierda para no reconocer sus propias derrotas.

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