Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Ecos de Albaicín

El barrio granadino más reflejado en la música y las artes se enriquece con otra obra de García Román

A veces el comentarista, atado por la tiranía de la actualidad política y social, con la náusea que nos provoca el esperpéntico 'problema catalán', necesita acudir a otros momentos para dirigir no sólo la mirada, sino los sentimientos, en los que la música tiene tanto que decir. Así que me acerqué el viernes de la pasada semana al palacio de Carlos V donde una pianista de la calidad de Marta Zabaleta nos ofreció un programa de compositores españoles entre los siglos XX y XXI, en el que se incluía el estreno absoluto -repetido al día siguiente en Madrid- de Ecos del Albaicín, del granadino García Román, parte del segundo cuaderno, dedicado a Granada, de Ecos de Iberia, de los cuatro, de tres obras cada uno, que compondrán esta ciclópea idea pianística.

Como ésta columna no es una crítica musical, sino referencia a la actualidad, me centro en Ecos del Albaicín, no para diseccionar la partitura, sino para valorar la fuerza que emana de este barrio granadino, no lo cuidado que debería -ahí están esas pintadas sobre fachadas, monumentales o no, como ejemplo-, el más reflejado en la música y las artes de todos los tiempos. El reto del compositor granadino era doble: por la referencia genial de la página de Albéniz y porque tenía que demostrar que la música de hoy puede captar los ecos universales no sólo de un paisaje, sino de un espíritu interno. Por eso cuando los acordes se comportan como aristas duras que reflejan los contrastes de las luces de las esquinas, entre el sol y las sombras; cuando los sonidos de un piano, magistralmente utilizado, serpentean por calles angostas o se detienen en unas voces, unos contrastes de un barrio vivo, lo hacen con esa visión y sentimiento de interiorista emoción, característica de la obra de García Román. Es posible que exista ese aroma impresionista y hasta homenaje al Albéniz enamorado de una Granada que sintió profundamente. Pero, sobre todo, el compositor dejó, en la resonancia de su último acorde, el aliento de un barrio que nos sigue diciendo que forma parte esencial del alma de una ciudad y que, pese a los olvidos y agresiones que sufre, seguirá siendo motivo de inspiración de músicos, poetas y pintores de todas las épocas. En este caso, de un granadino, una de las voces más importantes de la música española contemporánea.

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