El lanzador de cuchillos

Edipo en el estadio

"La maquinaria futbolística y el mercado televisivo necesitan clientes y el poder, votantes satisfechos"

Al comienzo de Edipo Sánchez Rey aparece el pueblo de Tebas postrado a los pies del gobernante que pastorea la ciudad tras haberla salvado de las garras de la Esfinge Rajoy. Un sacerdote, en nombre de los demás suplicantes, pide a Edipo Sánchez que ponga fin a la peste que azota a la población. Para conocer las causas de la desgracia, Edipo Sánchez manda a su compadre Creonte Iglesias a consultar el oráculo de Iván. Iglesias regresa para contarle que es él, Edipo Sánchez, el culpable de la epidemia, pero que no lo reconozca ni muerto, tía, y que cuentan con una medida de distracción superdrástica: darle a Tebas lo que Tebas anhela.

Así es como ha vuelto el fútbol -un fútbol en los huesos- y a Sánchez le ha cambiado el talante. Está como más relajado, menos vacilón. Mentir seguirá mintiendo, claro, porque lo lleva en la sangre, pero al tirano -en sentido griego- de la pandemia le interesa que España se olvide un tiempo de él, de Illa y de Simón y empiece a discutir sobre si lo que señaló el árbitro en el Pizjuán fue un penaltito o si el Getafe de Bordalás tiene más carga viral que el Covid-19.

Cuando España padecía todavía la dictadura de Franco, el presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, definía así la misión del club: "Estamos prestando un servicio a la nación. Lo que queremos es tener contenta a la gente". Javier Tebas -el sacerdote de la tragedia de Sófocles- declaró ayer en una entrevista concedida a El Mundo que "el fútbol regresa por el interés de España, ya que, aparte de los intereses del sector, el gobierno ha tenido en cuenta su aportación al país y su valor estratégico". Tebas, votante de Vox, lo podía haber dicho aún más claro: la maquinaria futbolística y el mercado televisivo necesitan clientes y el poder, votantes satisfechos.

Hoy más que nunca, el estadio es un gigantesco plató de televisión. En el Mundial de México, los jugadores argentinos protestaron porque los principales partidos se jugaban a mediodía, bajo un sol abrasador, porque era el horario que convenía a las cadenas europeas. En este infausto 2020, después de estar dos meses encerrados, los jugadores saltarán al campo cada tres días, con temperaturas extremas -llegarán- y los estadios vacíos. Por el interés de España. Esa España en la que no creen ni Sánchez, ni Iglesias ni el baranda de Mediapro. Pocos levantarán la voz: el de los futbolistas es el primer colectivo que ha alcanzado la inmunidad de rebaño. El segundo será -no lo duden- el de los aficionados virtuales, yo el primero, que mientras estemos ocupados con los del árbitro o el linier nos olvidaremos de los muertos de Sánchez. Que son más de cuarenta mil y no cabrían en la mitad de los estadios de Primera.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios