mirada alrededor

Juan José Ruiz / Molinero

Entrampados

LOS relevos o continuidad en ayuntamientos y autonomías, tras las pasadas elecciones del 22-M, están presididos por la terrible espada de Damocles que pende de un hilo sobre sus cabezas: la monumental deuda que la mayoría habrá de afrontar en la nueva etapa. Me temo que ninguna de las instituciones locales o regionales pueda presumir de superávit, ni siquiera de una deuda soportable. Pero la cuestión viene de lejos: Todos conocían la situación, en muchos casos desesperada, de los ayuntamientos españoles, a los que hay que sumar los gastos desproporcionados de las autonomías y para qué decir del Estado. Habían pedido auxilio y no se les hizo caso. Hoy, cuando se traspasan o se mantienen los poderes regidores lo primero que convendría que conocieran los ciudadanos son las cuentas de las entidades que los representan, en que han gastado y se gastan los presupuestos, por qué se ha llegado a ese endeudamiento letal, en qué partidas ha habido frivolidad con la gestión del dinero público, hasta dónde ha influido el amiguismo partidista, los medios de propaganda, que no de información propios -la invasión de televisiones regionales y locales parecen un dispendio muchas veces innecesario- e infinidad de detalles que el ciudadano necesita conocer a fondo.

Se nos dirá -y lo dice ya claramente el PP, el partido ganador de las pasadas elecciones- que habrá que hacer recortes. Pero tenemos derecho a saber en dónde, no vayan a enmendarle la plana al PSOE, que concentró sus recortes, para salvar la cara ante la Europa de los mercaderes, encabezada por el egoísmo e irresponsabilidad de la señora Merkel -la de los impepinables prejuicios hacia el sur-, en lo más débil de la sociedad: pensionistas, funcionarios, parados. Hace unos días, Durán Lleida, destacado representante de CiU, la derecha nacionalista catalana, ha hablado de reformas en el sistema universal de Salud. Cuando en los últimos tiempos escuchamos hablar de reformas tenemos que echarnos a temblar, porque siempre se piensa en agredir a los más débiles, en recortar gastos en los sistemas de atención social al ciudadano, incluyendo los derechos a la salud, a la educación y a la cultura. Hasta Rajoy ha afirmado que tendremos el estado de bienestar que podamos costear, lo cual hace pensar a la gente que no vayamos a ir de Guatemala a Guatapeor, que es, por desgracia, una nación bien conocida por los españoles que, por algo, fuimos sus descubridores.

En cualquier caso es momento de conocer a fondo las cuentas de todos: las del Estado, las de las autonomías y las de los ayuntamientos. Saber lo que se ha hecho hasta ahora y lo que se va a hacer con el dinero público. Es un deber en un Estado democrático donde la claridad del pasado, del presente y del futuro es el eje fundamental que no puede ocultarse bajo la neblina tóxica de los intereses partidistas.

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