Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Entrevista al terrorista

El canal público hace bien en ser valiente y en hacer periodismo: darle eco a un canalla es hacer ver que lo es

Hace ya quince años, el Gobierno vasco presidido por Juan José Ibarretxe promovió una reforma del Estatuto que, tras ser aprobada en el Parlamento autonómico, fue tumbada por el español con los auspicios del Gobierno de Zapatero. El llamado Plan Ibarretxe gravitaba alrededor de la constitución de un Estado Libre Asociado vasco que, por ejemplo, contaría con un sistema judicial propio. Ibarretxe lucía entonces -no sé si todavía, su invisibilidad es completa desde entonces- una alianza de color negro, color de la muerte, que algunos interpretábamos como el símbolo de un matrimonio tan tácito como indisoluble: el del burgués, católico y de derechas PNV con la constelación política y militar de ETA, la parte encargada de matar. La novia o el novio de Ibarretxe, maliciábamos, era Arnaldo Otegi, que como era antiburgués y anticatólico y antiderecha, tiró el anillo de acero y cerámica negra a la basura nada más recibirlo, lo cual no era pega alguna para prometer la misma fidelidad o más que la que comprometía su contraparte de Sabin Etxea: los chicos de la gasolina y el amonal y el tiro en la nuca hacían la parte siniestra; sus socios de orden recogían las nueces y rezaban por ellos cada domingo en misa. Un enemigo común une mucho incluso a los polos opuestos. Casi huelga decir que el procés catalán es una versión actualizada de lo que sucedió en aquel entonces en el País Vasco, vestida de pacifista y sin complejo de asesino ni de cómplice.

Recordar estos hechos viene al caso por la que se ha organizado con la entrevista que TVE ha hecho a Otegi. Un medio de comunicación debe poder entrevistar a cualquier persona, personajillo o canalla: se hace a diario. De hecho, es mucho mejor que sea la televisión pública la que lo haga que otro canal -casi todos- dedicados al sensacionalismo y la difusión infinita del morbo. Una entrevista a Otegi es la mejor forma de dejarle justificar lo imposible, y así ponerlo en evidencia. Es una manera perfecta de darle un eco y un halo de pestilencia moral, aunque en este país ese tufo tenga indudable atractivo para muchos. Es cuestión de difusión; si quieren, negativa. Y de hacer periodismo. Me recuerda, salvadas las distancias, a la campaña de mayor éxito publicitario del XXI, la de la maltrecha Correos al cambiar apenas nada su logo previo pago de 500.000 euros. Dinero que ha sido de sobra compensado en presencia mediática, con lo que vale eso. El logazo de Correos la ha puesto en el mapa. La entrevista ha puesto a Otegi en su sitio. Gracias, TVE.

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