Hay que reconocer que la determinación del alcalde de La Línea, J.J. Franco, en su proyecto autonomista es encomiable, máxime cuando lo que pretende es defender a capa y espada los intereses de sus vecinos y que su tierra no siga "siendo el tercer mundo".

No es pues casual que en las últimas elecciones municipales obtuviese 21 de los 25 concejales de su municipio, y, con el peso de 15.640 votos, está decidido a llegar hasta las últimas consecuencias en su compromiso con sus conciudadanos y conseguir la celebración de un referéndum para que decidan, en el respeto a la Constitución y las leyes, si quieren o no convertirse en ciudad autónoma, desgajándose administrativamente de Andalucía.

Para este proceso, Franco resalta ese máximo respeto a la legalidad de su Ayuntamiento y que "esto no va de sentimientos, sino de articular territorialmente una solución al problema que tenemos, que además tiene cobertura constitucional".

Silencio administrativo y comparaciones de Montero con la invasión Rusia de Ucrania es la respuesta del Gobierno Sánchez, a lo que se une la espera de "la voz de su amo" por los concejales socialistas. Lamentable, pero Franco no ceja en su empeño de conseguir el progreso para su tierra, abandonada por las Administraciones y sumida en una grave pobreza.

Como granadina, la defensa de los intereses de sus vecinos por Franco y su proyecto autonomista como solución al abandono institucional me provocan envidia sana. Trata de buscar soluciones reales y legales a problemas endémicos producto del Estado autonómico.

Ya quisiéramos los granadinos que los políticos de diestra y siniestra que nos han tocado en desgracia, se hubiesen desvivido y se desvivieran por Granada como lo hace Franco por La Línea. Granada no sólo está abandonada por las administraciones estatal y autonómica andaluza, sino que desgraciadamente también lo está por los políticos locales, que sólo buscan posicionarse en sus partidos para no salir de la foto fija en la que llevan viviendo décadas.

Antes, después y ahora, pasando por el espectáculo Salvador-Hervías-Egea, es objetivamente constatable cómo está Granada, su abandono por los políticos es tan evidente que no voy a entrar en detalles. No hay más que mirar a la cercana Málaga para poder comprobar la deplorable desatención de Granada.

Necesitamos en nuestro Consistorio ciudadanos de a pie que no dependan de la política, ni de puestos ni prebendas, y que defiendan Granada con el mismo ahínco y vehemencia con que lo hace Franco con La Línea.

Otro futuro para Granada es posible. Hagámoslo posible de una vez…

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