pieza suelta

José Antonio / Pérez Tapias

Error de lo correcto

ACTUALMENTE todos somos contemporáneos. Con esta afirmación aparentemente obvia, con frecuencia repetida por el antropólogo Marc Augé, queremos decir que estamos en un mundo cuyo reloj político marca la misma hora para todos. La globalización ha dejado atrás épocas en que culturas y pueblos vivían en tiempos diferentes. Aceleración histórica y encogimiento de un mundo de estrechas relaciones entre países devienen rasgos epocales. Pero todavía no extraemos todas las consecuencias de ese contexto donde todos los textos subrayan que lo global es local y viceversa. Tanto es así que cuando en un parlamento como el nuestro se debate sobre el estado de la nación no deja de ser un debate sobre el estado del mundo, aunque desde una modesta posición internacional.

En el Congreso, presidente del Gobierno y portavoces parlamentarios expusieron sus análisis sobre nuestra realidad nacional, mirando de reojo a Alemania como centro de gravedad europeo y a esa periferia en la que se hallan Grecia o Portugal. Las noticias sobre la situación griega no dejan de ser preocupantes: huelgas generales, medidas de ajuste aún más duras, rescate financiero por organismos internacionales y reestructuración de su deuda interviniendo la banca privada. Y todo ello afectando a la prima de riesgo de la deuda española. Grecia es en Europa caso extremo de los ajustes puestos en marcha para hacer frente a la crisis económica, allí especialmente grave por el caos de su fiscalidad inducido por sus anteriores gobiernos conservadores. El país heleno va a confirmar que los excesos de lo que Krugman llama el fanatismo de la austeridad asfixiarán su economía, máxime si la UE y el FMI la encierran en el círculo vicioso de la deuda, económicamente mortal.

Repitámoslo: nuestro caso no es el de Grecia. Pero las recetas que nos aplicamos proceden del mismo médico. Austeridad a toda costa, derechos laborales venidos a menos, privatizaciones y recortes en inversión pública constituyen la terapia que ya sufrieron otras economías, como las latinoamericanas en décadas anteriores. ¿Por qué no atender a efectos de ese vademecum neoliberal, como la desigualdad social o el bloqueo de la economía por trabas al crecimiento? Si el análisis de lo que nos ocurre y antes les sucedió a ellas fuera menos dogmático quizá se apreciara el error que acompaña a lo que la ortodoxia económica fija como correcto. Marc Augé hace notar que antes se veía a los pueblos colonizados tras los pasos de los colonizadores y ahora comprobamos que son los colonizados los que ya pasaron por lo que hoy afrontan los desarrollados. Deberíamos aprender de la experiencia acumulada. Si no lo hacemos, muchos nos lo podrán reprochar diciendo que "yerra lo que guía el error", como Shakespeare puso en boca de uno de sus personajes.

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